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Don Eleazar, que vigilaba constantemente el trabajo, estaba allí para evitarlo.

Se trabajaba allí de día y de noche sin reposo, bajo la dirección inmediata de don Anselmo, el alter ego de don Eleazar; un mozo español, de cuarenta años, sagaz, alerta y ladino para los negocios como un capeador para burlar el toro, y sin el cual rara vez don Eleazar celebraba conferencias sobre negocios delicados e importantes. Don Eleazar jamás se presentaba en teatros, bailes y paseos.

32 Y enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien corderas; y fue en posesión a los hijos de José. 33 También murió Eleazar, hijo de Aarón; al cual enterraron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín.

«Eleazar, archisinagogo ó presidente de la Synagoga i gente española en Jerusalen, i los ancianos de su consejo, á Leví archisinagogo toledano, y á los ancianos Samuel i Josef, salud en el Dios de Israel.

Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 2 Mas Nadab, y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos; Eleazar e Itamar tuvieron el sacerdocio. 5 Los repartieron, pues, por suerte los unos con los otros; porque de los hijos de Eleazar y de los hijos de Itamar hubo príncipes del santuario, y príncipes de Dios.

31 Y dijo Finees hijo del sacerdote Eleazar, a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad, y a los hijos de Manasés: Hoy hemos entendido que el SE

Pero lo peor de todo, mi amigo, no es eso. Lo peor es que don Eleazar, aprovechando su desgracia, porque es capaz de aprovechar todo y sacar de todo ventaja, ha resuelto no pagar a nadie. A él lo sitian por hambre, pero él les cercena el agua y el pan, y con la misma cuerda con que lo ahorcan, él procura ahorcar a sus adversarios.

Estas reflexiones me hacía yo todas las tardes al salir del escritorio de comercio de don Eleazar de la Cueva, el hombre de negocios más vastos y complicados de la República Argentina, que tenía vara alta con los gobiernos, con los bancos, con la Bolsa, con todo el mundo.

Mira me dijo, desde hoy yo me encargo de ti. ¡Qué diablos! Soy viejo, pero tengo el alma joven todavía: seré tu padre y tu hermano al mismo tiempo. Tengo mala fama en el mundo: las mujeres como misia Medea me aborrecen, porque no creo en deidades políticas; y los hombres como don Eleazar tampoco me pueden pasar, porque no hacer negocios de los que ellos hacen.

Soltero, sin familia, no pensaba sino en sus buenas fortunas por el momento y en su inocente partidita nocturna; pero con todo, desde el día que supo que yo estaba empleado en lo de don Eleazar, se preocupó por mi suerte, y día a día, al verme salir para mi empleo, me decía meneando la cabeza: ¡Amigo, amigo, busque otro destino, mire que esa casa de don Eleazar es peligrosa!