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Para no cansar, apareció por fin el Rey, hermoso, con humana y divina hermosura, barba larga y negra, aretes en las orejas, corona de oro que parecía tener por pedrería el sol, la luna y las estrellas. Verde era su traje, que por lo fino debía de ser obra de unas arañas muy pulidas que en los profundos senos de la tierra tejen con hebras de fuego.

Al llegar a Zugarramurdi, comenzaba a clarear. Sobre el pueblo, las cimas del monte, blancas y pulidas por la lluvia, brillaban con los primeros rayos del sol. Martín tomó el sendero que bordea un torrente. Una capa de arcilla humedecida cubría el camino, por el cual los caballos y los hombres se resbalaban.

No fué poca la pena que sintieron Las damas, de se ver así privadas Del rebozo, por donde se estuvieron En sus casas algunas encerradas. Al fin de aquesta suerte obedecieron Las unas, mas las otras destapadas Salieron á las fiestas muy costosas, Pulidas, y galanas y hermosas.

Muy al fondo brillaban en llamaradas de un rojo sombrío los últimos resplandores del día moribundo que arrojaba sobre las pulidas baldosas un largo surco de luz. Sonidos vagos, que recordaban la voz de un niño, herían mi oído cuando el viento se colaba bajo la bóveda. Un leve grito de gozo llegó hasta , a través de la puerta, y me hizo estremecer.

Recogíamos conchas, trozos de espuma de mar, mangos de cuchillo y piedrecitas negras, amarillas, rosadas, pulidas y brillantes. Al anochecer saltaban los pulgones en el arenal, y los agujeros redondos del solen echaban burbujas de aire cuando pasaba por encima de ellos la ligera capa de agua de una ola.

La cola no está bien sino para andar sobre limpias y mullidas alfombras, o sobre mármol bruñido y lustroso, o sobre preciosas y pulidas maderas, incrustadas en forma de primoroso mosaico. Para andar por las calles o por el campo, donde suele haber lodo y quién sabe cuántas cosas peores, toda mujer de gusto debe prescindir de la cola. Algunas, aunque son las menos, prescinden ya.

Pusieron una diadema sobre su frente; en sus pequeñas orejas, a guisa de zarcillos, dos gruesos solitarios asidos a sendos y sutiles aretes; junto a los hombros y en las finas muñecas de los desnudos brazo y en las gargantas de los pies ligeros, brazaletes y ajorcas; y varios anillos en los afilados dedos de las manos y también en los dos dedos gruesos de ambos pies, cuyo admirable dibujo no estragó jamás rudo calzado de cuero, y cuya desnudez dejaba ver la nítida blancura de la piel sonrosada y el limpio nácar de las pulidas uñas, sobre las elegantes sandalias.

A veces la mano del interlocutor se apoyaba sobre el antepecho de la ventana; Ana veía, sin poder remediarlo, unos dedos largos, finos, de cutis blanco, venas azules y uñas pulidas ovaladas y bien cortadas.

Tan bien aderezadas y vestidas, Y con tanto primor y bizarria En Lima andan las damas, y pulidas, Que en corte de Castilla se tenia En estima, basquiñas guarnecidas De mucho oro, y de fina pedreria. Doña Bernarda Niño una bordada Sacó, que en tres mil pesos fué apreciada.

No eran gotas, era un caudal seguido y espeso; las piedras del camino, lavadas y pulidas, se hacían resbalosas y las bestias marchaban con una prudencia infinita.