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Entonces aparecieron, en su intacta firmeza, los dos fuertes pechos bruñidos y cuasi dorados como copas de ámbar; y el mancebo sintió correr por toda su carne la tentación de aquella cintura cogida y de las abultadas caderas, irisadas por la humedad y la penumbra. La mujer caminó hacia la alcoba, con claro rumor de ajorcas y brazaletes, dejando la huella acuosa de sus pies en el mármol.

No la complació tanto, sino que hubo de enojarla y de escandalizarla, aunque reprimió el enojo, atribuyendo lo que veía a inveteradas e imprescindibles modas orientales, que en el fondo del salón apareciesen tres bayaderas, con traje de Apsaras o inmortales ninfas, las cuales tejían voluptuosa danza, desceñido y leve el transparente ropaje, los brazos y los pies desnudos, luciendo en las gargantas de los pies y en los brazos, ajorcas y brazaletes, y dejando ver además las torneadas espaldas y los firmes y redondos pechos.

Pero antes tengo que asegurarle las muñecas con este precioso par de brazaletes... ¡Era Dechard, cuyo acento inglés reconocí al instante! ¿Desea Vuestra Majestad darme alguna orden antes de separarnos?

Simoun, desde la mañana, no había salido de su casa, ocupado en poner en orden sus armas y sus alhajas. Su fabulosa riqueza estaba ya encerrada en la gran maleta de acero con funda de lona. Quedaban pocos estuches que contenían brazaletes, alfileres, sin duda regalos que esperaba hacer.

Necesito indispensablemente cincuenta pesos, y retirar siquiera hasta mañana, mi diadema de perlas y mis brazaletes para esta noche: en cambio vendrá una vajilla de plata y cuanto tengo en casa. Debo a los músicos tres noches de función; ésta me han dicho decididamente que no tocarán si no les pago. El catalán me ha enviado la cuenta de las velas, y que no enviará más mientras no le satisfaga.

Pusieron una diadema sobre su frente; en sus pequeñas orejas, a guisa de zarcillos, dos gruesos solitarios asidos a sendos y sutiles aretes; junto a los hombros y en las finas muñecas de los desnudos brazo y en las gargantas de los pies ligeros, brazaletes y ajorcas; y varios anillos en los afilados dedos de las manos y también en los dos dedos gruesos de ambos pies, cuyo admirable dibujo no estragó jamás rudo calzado de cuero, y cuya desnudez dejaba ver la nítida blancura de la piel sonrosada y el limpio nácar de las pulidas uñas, sobre las elegantes sandalias.

19 los collares, y los joyeles, y los brazaletes; 20 las escofietas, y los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor, y los zarcillos; 21 los anillos, y los joyeles de las narices; 22 las ropas de remuda, los mantoncillos, los velos, y los alfileres; 23 los espejos, los pañizuelos, las gasas, y los tocados.

Su arrogante talle habíase reducido; las seductoras curvas de su busto y espaldas estaban quebradas o perdidas; el brazo, antes lleno de plasticidad, encogíase en su manga, y los brazaletes de oro que cercaban sus níveas muñecas casi se le escurrieron de las manos, cuando sus largos y huesosos dedos sacudieron convulsivamente las manos de Juan.

Los brazaletes eran del mismo género: perlas y rubíes, y del mismo género también los herretes y el ceñidor de su magnífico traje de raso blanco bordado de oro, traje de teatro, traje de reina, que dejaba desnudos los hombros, el seno y los brazos, con doble falda, ancho, flotante, maravilloso, que aún no había estrenado Dorotea, que aún no había visto nadie.

22 Y vinieron así hombres como mujeres, todo voluntario de corazón, y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes, y toda joya de oro; y cualquiera ofrecía ofrenda de oro al SE