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Como nunca la emoción hacía descuidar a Huberto sus actitudes, tomó una después de otra las manos de las dos primas, las besó con respeto, y silencioso y correcto, franqueó la puerta y se alejó. ¡Buen viaje, señor Posturas! murmuró Diana cuando estuvo algo distante. Luego, bruscamente: Me adelanto, María Teresa, porque tengo que probarme un vestido antes de comer. Hasta luego.

Sábete que la fortaleza de Camila está ya rendida y sujeta a todo aquello que yo quisiere hacer della; y si he tardado en descubrirte esta verdad, ha sido por ver si era algún liviano antojo suyo, o si lo hacía por probarme y ver si eran con propósito firme tratados los amores que, con tu licencia, con ella he comenzado.

Las pocas joyas que me quedan tal vez sean algún día para usted... Yo estoy perdida; no tengo más remedio que esconderme, entrar en un convento, huir, o qué yo... Si pudiera entrar en un convento, sería lo mejor... Y si Dios me quisiera llevar, ¡qué servicio me haría!... Pero no lo que me digo... Se pasmará usted de verme tan aturdida, tan trastornada, que no parezco la misma... ¡Cuándo usted sepa...! Es que llueven sobre las calamidades, como si el Señor quisiera probarme.

Puesto que lo quieres, amigo mío... dijo la señora Aubry. Voy a instalarme en su cuarto, y estoy cierto que dormirá, a pesar del resplandor de mi lámpara: mi presencia lo calma. Luego, dirigiéndose a María Teresa: Usted ve que puede ir sin temor: le ruego que así lo haga, a fin de probarme su confianza en . Y bien, anda a vestirte, hija mía aconsejó la señora Aubry.

Puede que sea así contestó el gaucho , ¡pero me han supuesto tantas cosas, sin llegar á probarme ninguna!... Si me ven en el pueblo, acabarán por creer que no he tenido parte en este negocio. Ninguno de la estancia me ha visto.

Reíos de ; pero al mismo tiempo pensad en el modo de probarme que un corazón ocupa menos espacio en la totalidad del universo que los quinientos diez millones de kilómetros cuadrados de la pelota de tierra en que habitamos.

El gaucho levantó los hombros y contestó con frialdad, como si quisiera dar fin á este diálogo: ¡Me han atribuido tantos crímenes, sin poder probarme ninguno!... Continuó el baile en el «Almacén del Gallego» hasta las diez de la noche. En un país donde todos se levantaban con el alba, equivalía esta hora á las de la madrugada, en que terminan las fiestas de las grandes ciudades.

Le aseguro que necesitamos mucho de su ayuda, porque, no puede negarse, tenemos la desgracia de ser muy ricas... Reparando que á estas palabras, la prima en segundo grado, encogía los hombros: , mi querida señora Aubry; prosiguió la señora de Laroque sostengo lo que he dicho. Dios ha querido probarme al hacerme rica.

No queréis creerme prosiguió la señora de Bruinsteen . Si llegáis a probarme que he dejado sospechar ese secreto por una sola palabra, os doy la mitad de mi fortuna... ¿Os reís? ¿No os parece bastante? Si me convencéis de esa estupidez tan cobarde, os doy el derecho ante Dios y ante los hombres de vengaros de , aunque sea matándome.

Entónces me dije: si la historia no hablase tan alto, este museo sería bastante para probarme que España ha sido un gran pueblo. El Museo de Escultura, que ocupa la parte baja del Palacio artístico, no corresponde en manera alguna á la magnificencia del Museo de Pinturas. Madrid posee tres grandes museos militares de bastante mérito: el de la Artillería, el de la Armería y el Naval.