United States or Svalbard and Jan Mayen ? Vote for the TOP Country of the Week !


Son muchos los que creen que no ha habido jamás tal marido. Yo no me atrevo á decir si es verdad ó mentira; pero puedo afirmar que en casa de esta gran dama rusa nunca he visto á ningún personaje de dicho país. Hizo una pausa como para tomar fuerzas, y añadió con energía: A me han dicho gentes de allá, indudablemente bien enteradas, que no es rusa. Eso nadie lo cree.

Todos tenían los ojos puestos en ella, mostrando gran satisfacción de verse tan honrados. Si no era una mi prima, Si no era una mi hermana. Y cantaban las voces graves en seguida, bien enteradas de todo: ¡Ay, del marido pedida! ¡Ay, del marido velada! Pedro dijo en voz baja la condesa, ¿cómo eres tan quimerista?

He oído confidencias de caballeros que me enseñaron bastante acerca de la inocencia de las señoritas de la buena sociedad. ¡Muchas de estas mosquitas muertas podrían darnos lecciones! DORA. Desgraciadamente, es exacto; sin embargo, hay entre nosotras algunas que no están muy enteradas y que quieren aparentar que saben más de lo que saben realmente.

JULIA. ¿Qué entiende usted por eso...? DORA. ¡Es difícil de explicar! Hay una ciencia del amor, que se hace muy mal en no enseñar a las jóvenes. De esta suerte, las tales llegan al matrimonio sin conocer los refinamientos que agradan a su compañero. No va usted a hacerme creer que las jovencitas de hoy estén tan poco enteradas de estas cosas.

Fue necesario que bajase al escritorio de Escudero y que éste sacase de la caja la preciada joya regalo del novio. Enteradas por este paso algunas criadas de la ceremonia que iba a realizarse, no dejaron de acudir para ver si percibían algo espiando por las cerraduras y los quicios de las puertas.

En cambio, había en la casa donde vivían, gentes, peor enteradas o menos maliciosas, para quienes nada pecaminoso manchaba aquellas amistades, las cuales explicaban diciendo que Luis y Genoveva eran dueños de una cerería; que Casilda y Damián eran exageradamente devotos, tanto, que gastaban mucho dinero en alumbrar los altares, y finalmente, que de esta suerte, unos a fuerza de vender y otros de comprar cirios y velas, llegaron a ser amigos íntimos.

Mi pobre hija estaba sonriente; yo he rogado por ella, la he exhortado, con la misma calma y tranquilidad que si se hubiese tratado de cualquier otro acto natural de la vida; ella ha preguntado por diversas personas: ¿Están enteradas? decía.

Por entonces perdió el ojo izquierdo Alejandro Bermúdez Peleches; y, según relato de personas bien enteradas, lo perdió a consecuencia de una inflamación que le sobrevino de tanto llorar... y de tanto frotarlo, mientras lloraba, con la mano mal depurada de cierto menjunje cáustico que había preparado él para un enjuague vinícola de los muchos que hacía en su bodega.

Corrió a dar la noticia: pronto se inundó el paraje de gente. El caso produjo honda impresión. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno infante de mano en mano prodigándole mil cuidados y caricias. Muchas se ofrecían a adoptarlo y hubo disputa sobre quién había de llevárselo. Enteradas las señoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo recoger al huérfano.

Juntáronse en aquel sitio más de treinta personas, todas bizarramente de pastores y pastoras vestidas, y en un instante quedaron enteradas de quiénes eran don Quijote y su escudero, de que no poco contento recibieron, porque ya tenían dél noticia por su historia.