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Donde quiera flotaban al viento los racimos de flores verde claro de las plantas que suministran su generoso amargo á la cerveza, crespas, empinadas sobre sus estacas como pabellones trepadores, formando inmensos muros de verdura; en otras partes agitaban sus espigas magníficos cereales, al lado de enanas plantaciones de tabaco, ó se destacaban en algunos puntos del horizonte las negras pirámides de adobes provenientes de vastos depósitos de turba.

En el fondo de ese horizonte de primores artisticos y trabajos de cultivo refinado, de toda esa decoracion de palacios y casas campestres elegantes, dormían las ondas cristalinas y azules de la bahía, contrastando con la multitud de conos caprichosos, brillantes á la luz del sol, de espesa nieve aglomerada al pié de los árboles y los enrejados, los setos y los grupos artísticos de invernáculos y alamedas enanas.

Delante del señor había varias mesillas enanas, donde en aúreos y repujados azafates, en ligeros canastillos, en esbeltas ánforas y en cálices esmaltados, se ofrecían para regalo de la vista, del olfato y del paladar, licores, conservas y sazonados frutos.

En otra zona superpuesta no viven sino las coníferas, es decir los pinos y abetos en increíble variedad de especies, y las malezas ásperas. Mas arriba desaparecen esos pabellones sombríos de las altas montañas, dejando el campo casi exclusivamente á las gramíneas enanas, que se extienden hácia las cimas de las faldas en inmensas y tupidas alfombras.

Estremos grandes y desproporcionados, formas cuadradas y sin esbeltez, miembros cortos y abultados que hacen aparecer las figuras enanas, pliegues en cuya disposicion se advierten reminiscencias del clásico antiguo, y por lo tanto mucho mas correctos que los de la escultura de los siglos X, XI y XII, puramente convencionales y bárbaros: todas estas son facciones propias de una creacion goda, y confirman hasta cierto punto la tradicion de ser aquella imágen la misma que veneraron los santos mártires del monasterio cuteclarense.

De trecho en trecho se destacan peñascos colosales ó picachos abruptos, ó bien se producen altísimas murallas tajadas verticalmente, donde se ven con mucho interes, ora las grandes vetas brillantes y azulosas de las rocas graníticas, ora las severas estratificaciones de los sedimentos de caliza y arenisca, ó los complicados relieves de pizarra ó rocas esquistosas, ora, en fin, los verdes festones de lianas y helechos descolgándose sobre los abismos, ó los lucientes matorrales de encinas enanas que vegetan en las sinuosidades de los cerros, flotando al viento como si se desprendiesen de las rocas para volar sobre las ondas espumantes del riachuelo.

Habíalas color barquillo bajo, realzadas por la nota de fuego de las bengalas, y las rosas enanas, de matiz de carne, parecían rostros microscópicos, que miraban curiosos a las vidrieras del chalet. En el jardinete, ante el peristilo, era una gentil confusión de rosas de todos los tonos y tamaños.

Entre los campos de trigo y los macizos de alcornoques, plateaba una corriente de agua fresca, que agradaba contemplar en esa asfixiante madrugada, y admirando a un tiempo el lujo y el orden de esas cosas, aquella hermosa quinta con sus arcos moriscos, sus terrazas completamente blancas, de flor de espino, las cuadras y los cobertizos agrupados en torno, recordaba yo que veinte años antes, cuando aquellas intrépidas gentes se habían instalado en ese valle del Sahel, no habían encontrado más que una mala casilla de peón caminero y un terreno inculto, erizado de palmeras enanas y lentiscos.

Ya son las innumerables plantaciones de moreras enanas, que brindan su alimento al gusano fabricante de la seda, y hacen un bello contraste por su verde oscuro y vigoroso, ordenadas en calles que se cruzan en todas direcciones, con el verde claro y vivísimo de los almendros ó el casi amarillo de los viñedos intermediarios que comienzan á abrir sus primeras hojas.

A cada vuelta ó revuelta cree uno imposible hallar paso por en medio de tan complicadas montañas que tienen el aspecto mas risueño. Donde quiera colinas verdes, relucientes y frescas, pobladas en sus cimas de tupidos bosques de encinas enanas, y en el resto de rústicas casitas y alegres sementeras de variadas tintas.