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En las catedrales de la España mozárabe, lo mismo que en las de la Espada goda, habia dos casas de comunidad, la una de eclesiásticos segun costumbre antigua, y la otra de niños educandos como se estila aun en los seminarios.

Sus ojos fulminaban rayos, su curva nariz, afilándose y tiñéndose de un verde lívido, parecía el cortante pico del águila majestuosa: moviose convulsivamente su barba picuda, reliquia de la antigua casta celtíbera a que pertenecía, hizo ademán de querer hablar; mas con gesto majestuoso semejante al de las reinas de la dinastía goda cuando mandaban hacer alguna gran justicia, señaló a la otra condesa, y desdeñosamente dijo: Vámonos de aquí.

La historia de los trabajos evangélicos de los obispos de Córdoba bajo las dominaciones romana y goda se halla minuciosamente relatada en los primeros capítulos de la interesante obra de Gomez Bravo: Catálogo de los obispos de Córdoba, etc.

Si al penetrar con el lector en las demas provincias españolas me detendré mucho en pormenores, porque ellos son todo en la region goda, andaluza y vascongada, al indicar mis impresiones recogidas en Cataluña tengo que reducirme á la fisonomía general del pais, que revela todas las condiciones.

Por esto la vida monástica en general, y en particular la regla de S. Benito, produjeron en Andalucía, y en toda España, tantos y tan insignes santos; por esto se conservó entre los mozárabes intacto el oficio divino de la primitiva Iglesia goda, que era el mismo que habian introducido en España los siete Apostólicos ; y por esto finalmente la disciplina monástica española brillaba con incontaminada gloria, mantenida en toda su pureza por los concilios nacionales y los grandes genios, como S. Leandro, S. Isidoro, y otros muchos que llenaron con sus obras las bibliotecas y con sus imágenes los altares en todos los siglos hasta el undécimo, antes que el prurito de imitar á los franceses, hecho moda en la corte de D. Alfonso VI, viniese á reformar lo que no necesitaba ser reformado, dándole la disciplina cluniacense por modelo.

Los cimientos y diferentes cuerpos y fachadas del Alcázar datan de épocas muy distintas. Fundada en el mismo sitio una fortaleza romana, despues goda y en seguida árabe, el conquistador de Toledo, Alfonso VI, varias veces mencionado, le dió mas grandiosas formas, haciendo gobernador del castillo nada ménos que al heróico Cid campeador.

Era esta dignidad una reliquia, digámoslo así, de la pasada administracion goda, bajo la cual el título de Conde, ademas de cargo palatino, que suponia en el que lo llevaba tener debajo de en el palacio del rey alguna clase ó dependencia, significaba mando superior en alguna ciudad ó provincia.

Como ejemplos de monasterios fundados por particulares, solo en la Sierra de Córdoba y sin salir del IX siglo, podemos citar dos: el Tabanense y el de Peñamelaria, costeados, el primero por los piadosos cónyuges Jeremias é Isabel, y el segundo por los padres de la mártir Sta. Pomposa. En cuanto á esta dependencia subsistia el mismo régimen de la España goda.

Describía éste al pueblo hispano-romano, sobre el que había pasado la invasión goda sin causar gran mella. Antes bien, el conquistador se había empapado de la degeneración bajo-latina, quedando sin fuerzas, corrompiéndose en luchas teológicas e intrigas de dinastía semejantes a las de Bizancio.

Se dice que los antiguos godos tenían la costumbre de resolver sus asuntos dos veces, una borrachos y otra serenos. De esta manera unían en sus decisiones el atrevimiento y la prudencia. Martín sintió no haber seguido esta prudente táctica goda, pero se calló y dió a entender que se encontraba en uno de los momentos regocijados de su vida. ¿Qué? ¿vamos a ir? preguntó Bautista. Probaremos.