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Las casuchas de adobes, derruídas en el período de soledad y miseria, eran reemplazadas por edificios de ladrillo extensos y bajos, con un patio interior, imitando la arquitectura española de la época colonial.

Había por allí muy pocas tiendas y no muy lucidas. Desde la torre se veía la historia de las clases privilegiadas contada por piedras y adobes en el recinto viejo de Vetusta.

A las 2 de la mañana del siguiente dia se mandaron salir 150 fusileros de las tropas lijeras, con los indios auxiliares de Anta y de Chincheros, para que ocupasen una montaña que dominaba la llanura, por donde debia pasar precisamente el ejército para dirigirse á Cambapata, cuyo pueblo reconocido, se notó le habian cercado los insurgentes, con una muralla de adobes, coronada y cubierta de espinos, para embarazar la marcha, y retardar cuanto les fuese posible la llegada de las tropas á Tinta.

Acercáronse hombres y mujeres a la corraliza; unos empinándose sobre la punta de los pies, otros subiéndose a una piedra, miraron por encima de las bardas de adobes, y vieron al terrible chico tratando de esconderse en un ángulo.

Otros eran pueblos de más edad, y vivían en tribus, en aldeas de cañas o de adobes, comiendo lo que cazaban y pescaban, y peleando con sus vecinos. Otros eran ya pueblos hechos, con ciudades de ciento cuarenta mil casas, y palacios adornados de pinturas de oro. Y gran comercio en las calles y en las plazas, y templos de mármol con estatuas gigantescas de sus dioses.

Estas excursiones á la Cordillera eran, según afirmaban muchos, para vender en Chile animales robados en la Argentina. En otras ocasiones, el rancho de Manos Duras aparecía extraordinariamente poblado. Gauchos errantes se instalaban en las chozas de adobes durante unas semanas, sin que nadie supiese con certeza cuál era su procedencia ni adonde irían al marcharse de allí.

Las construcciones de adobes estaban con los techos rotos y el huracán había arrancado igualmente las maderas de sus orificios de ventilación. No se veía á nadie en las calles. Sólo quedaban los hombres que ya eran habitantes del país antes de que empezasen las obras. Parecía que durante los cuatro meses de su ausencia hubiesen transcurrido diez años.

Aun no bien se supo estaban acampados los indios en aquel cerro, proyectando el asalto de la ciudad, se infundió en todos sus vecinos la generosa resolucion de defenderse, hasta derramar la última gota de sangre: y porque fuesen iguales el valor y la precaucion, ganando los instantes, se colocaron puestos avanzados para observar desde mas cerca los movimientos del enemigo, y cortando las calles con tapias de adobes, que impropiamente han llamado trincheras, se destacaron algunas compañias de milicianos para que guarnecieran sus extramuros.

Donde quiera flotaban al viento los racimos de flores verde claro de las plantas que suministran su generoso amargo á la cerveza, crespas, empinadas sobre sus estacas como pabellones trepadores, formando inmensos muros de verdura; en otras partes agitaban sus espigas magníficos cereales, al lado de enanas plantaciones de tabaco, ó se destacaban en algunos puntos del horizonte las negras pirámides de adobes provenientes de vastos depósitos de turba.

Jaime, llevando la escopeta algo caída de su hombro, como si el arma fuera a descolgarse sola, desembocó en un claro del bosque que formaba ancha plazoleta ante la fragua. Era ésta una casucha construida con adobes, negra de humo y cubierta por un techo giboso, que en algunos de sus puntos se abombaba como si fuera a desplomarse.