United States or Bolivia ? Vote for the TOP Country of the Week !


A la derecha, en una pendiente, se divisa la casería de «El Encinar»: un gran edificio con trojes, establos y cobertizos, de tejados planos cargados con gruesas piedras para resistir los vientos del Norte. Algunas vacas pastan entre los brezos y algunas cabras sobre las rocas. Todo allí es tranquilo, silencioso.

Catalina, al ver las sombrías techumbres, los viejos cobertizos, los establos, toda aquella antigua morada donde había pasado su juventud, donde se había deslizado la apacible y laboriosa existencia de su padre y de su abuelo y que ella iba a abandonar quizá para siempre, experimentó una angustia terrible; pero nada dijo, y saltando del trineo, como en otras ocasiones cuando volvía del mercado, exclamó: Vamos, Luisa; por fin nos vemos otra vez en nuestra casa, gracias a Dios.

Era grato escuchar el pío, pío de los ateridos gorriones, guareciéndose por centenares en una washingtonia que había cerca de casa, como en una gran pajarera: era grato ir a dar de comer a los animalitos exóticos que don Rosendo tenía en su finca, salvando en almadreñas la distancia que separaba sus cobertizos de la casa: era grato también quedarse adormecido en una butaca al pie de la chimenea con el cigarro en la boca y la botellita de ron delante, mientras Cecilia leía un cuento interesante o algunos versos sonoros y armoniosos.

Con escasa pérdida de la gente que Tiburcio capitaneaba, muchos de los guardias fueron muertos. Otros se rindieron, depusieron las armas y se dejaron encerrar. Los caballos y los elefantes cayeron también en poder de la gente de Morsamor y quedaron custodiados en los establos, cobertizos y anchos corrales en que estaban. Todo esto, no obstante, no le consiguió sin prolongada lucha.

Veíanse a lo lejos los cobertizos que resguardan las mercancías, las largas filas de vagones polvorientos, la arena de las vías ennegrecida por las escorias del carbón, las líneas paralelas de los railes abrillantados por el roze, y el arbolado de la cuesta de Areneros, cuyo ramaje comenzaba a ponerse amarillo con los ardores del verano.

El señor Juan Claudio llegó hasta el extremo de la meseta y, dirigiendo la vista hacia Grand-Fontaine y Framont, que se hallaban a tres mil metros debajo de él, vio lo siguiente: Los alemanes, que habían llegado el día antes, a la caída de la tarde, pocas horas después que los cosacos, habían pasado la noche en las trojes, en los establos, en los cobertizos, y en aquel momento se agitaban como un hormiguero.

El sol, en el ocaso, iluminaba el suelo, más allá de los cobertizos; pero los ojos, deslumbrados por este resplandor de incendio, lo veían todo negro, como si hubiese llegado la noche. El acero líquido caía en moldes de forma cónica.

Al volver Pepita la vista tierra adentro, contemplaba, avanzando sobre la ría, un pedazo de Londres bañado por un sol meridional; todo aquel pueblo de cobertizos fabriles é innumerables chimeneas sobre el que pesaba el poderío de Sánchez Morueta y que esparcía en el espacio sus torbellinos de humo sonrosado por la luz de la tarde. Bilbao estaba invisible.

Las muchachas de la vendimia se extendían por la escalinata de sus viñas, cortando los racimos de grano pequeño y apretado. Luego los tendían á secar en unos cobertizos llamados riurraus. Así se producía la pasa menuda, preferida por los ingleses para la confección de sus puddings. La venta era segura: del mar del Norte venían los buques á buscarla.

El médico pasó de largo ante los hornos de puldeo, y al salir al aire libre se detuvo jadeante, con la curiosidad harto satisfecha. A lo lejos veíanse ondular como lombrices rojas, bajo extensos cobertizos, interminables cintas de acero. Allí estaba la fabricación del alambre. El ingeniero hablaba de lo curiosa que era esta manipulación, pero Aresti no quiso seguirle.