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Aresti se indignaba ante la suerte de su país, tierra de maldición, tierra condenada, que había de permanecer en la inmovilidad, mientras se transformaba el planeta, ó si se abría á las caricias de la civilización era en provecho de los dominadores acampados sobre ella. Con el catolicismo no eran posibles los respetos.

Ahora bien, si esta práctica es una importacion de los árabes, ¿cómo suponer que estuviese en uso en tiempo de la reconquista, esto es, cuando ya apenas quedaba en Córdoba un puñado de mudéjares, y cuando el nuevo estilo occidental triunfante tenia mas proporcion de ostentar sus medios particulares? ¿No es mas natural y sencillo colegir que los cristianos mozárabes la aprendieron de sus dominadores, y la introdujeron en sus construcciones con todas las otras innovaciones de carácter oriental que tambien tomaron de ellos?

Encierra la magestuosa reina del Guadalquivir dos poblaciones en una: Córdoba musulmana, y Córdoba cristiana; aquella hace alarde de la deslumbradora cultura que alcanza manteniendo su en el Islam; esta solo anhela la exaltacion de la en Jesucristo, y resignada con la pobreza de sus basílicas y monasterios, acostumbrada ya á que los violentos dominadores no la permitan siquiera levantar en lo alto de sus torres una humilde cruz, tan solo aspira á que la sagrada señal de la redencion se perpetúe hondamente grabada en los corazones y en el entendimiento de la raza vencida hasta que llegue el dia de su vindicacion gloriosa.

Aquella ventana donde se asomaba segun nos refiere el mismo santo la venerable abadesa Isabel en el monasterio Tabanense para avisar la llegada de nuevos huéspedes ó peregrinos, podria ser quizás un ajimez con su esbelta columnilla de jaspe y sus dos arcos á la manera sarracena, puesto que consta por las muchas reminiscencias arábigas con que los religiosos prófugos de Córdoba matizaron y embellecieron la severa arquitectura de Asturias y Leon, que no repugnaban los ejemplares monges mozárabes, racionales en todo, las novedades que con ventaja para el arte y sin significacion alguna moral habian introducido sus dominadores.

El árabe jactancioso manda al punto que se á los Cristianos el precio convenido, que reciben en dinares de oro, y les insta para que desocupen prontamente el local, porque Abde-r-rahman es ya de edad avanzada, y urge que los suntuosos despojos de Itálica, Mérida y otras ciudades monumentales de los orgullosos Romanos, reciban su providencial colocacion en el soberbio edificio que levanta á Mahoma junto al gran rio de la Bética la raza predestinada que avasalló á los antiguos dominadores del orbe en cuantas provincias reconocian la autoridad de Heráclio.

La república romana, que llegó a realizar en cierta manera la división de los poderes y el principio de la responsabilidad, tuvo, en consecuencia, una vida más robusta y una existencia más larga, pero, desconociendo el principio de la representación, tiranizó fatalmente a los pueblos vencidos, tanto menos oídos en la opulenta capital cuanto más esquilmados en la remota provincia, y el ejercicio del despotismo afuera, inhabilitando a los dominadores para la práctica de la libertad en casa, substituyó paulatinamente a los gustos y las formas republicanas, el absolutismo y las pompas orientales.

En unas ciudades , en otras . Vasallos y tributarios de sus dominadores por regla general, habian los mozárabes disfrutado de cierta libertad profesando públicamente su religion, y gobernándose en todo lo relativo al régimen civil segun las estipulaciones concertadas al admitir el yugo sarraceno.

Consta que era cosa comun entre los naturales hablar y hasta manejar con elegancia la lengua de los dominadores, por lo cual algunos de ellos, aunque cristianos, obtenian cargos y empleos en la corte de los Umeyas, escribanías y otros oficios del gobierno.

Las minas se empobrecían. Los optimistas las daban vida para veinte años: los más crédulos llegaban hasta treinta. Pero después vendría el agotamiento, la nada; la montaña pelada, con su esqueleto calcáreo al descubierto, sin guardar el más leve harapo del manto que la había cubierto durante siglos, más rico que el de muchos dominadores de la tierra.

El pueblo egipcio debía de estar cada día más humillado por sus sucesivos dominadores, de todos los cuales iban quedando descendientes con privilegios como hombres de raza superior, formando colonias militares y constituyendo, á modo de un ejército de reserva, para sostener el gobierno central, primero de los Ptolomeos, y después de los Césares.