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El orgullo de doña Beatriz, su decoro aristocrático, que le tenía, aunque nacida en pobres pañales, y sus creencias cristianas, vivas y fervorosas como de persona educada por un sacerdote de ejemplarísima virtud, repugnaban todo recurso que pudiera mancillar; pero su afán de elevarse y de elevar a su familia le sugería, a su ver, medios decentes y honrados por donde lograr riqueza, dignidades y distinciones, con facilidad y sin desdoro ni culpa.

Salvatierra sentía halagado su sentimentalismo humanitario por este generoso ensueño de la inocencia. ¡Cambiar el mundo sin sangre, con un golpe teatral, valiéndose de la varilla mágica de la instrucción, sin esas violencias que repugnaban a su alma tierna, y que finalizan siempre con la derrota de los infelices y las crueles represalias del poderoso!...

Tal vez los mismos que al principio lo repugnaban, acabarian por reconocer que lo que ahora se les pedia en tono amistoso, mañana otro se lo podia exigir en son de amenaza, y que lo que ahora rehusaban entregar con ventaja, tal vez se lo quitarian mañana violentamente con gran profanacion y daño. ¿Qué podian prometerse de la resistencia?

No era solo el diezmo lo que repugnaban: negábanse tambien á pagar todos los demas tributos que satisfacian los cristianos. Consta de un privilegio que estos contribuían á la Iglesia con cierto derecho por razon de las fincas urbanas en que habitaban; y el mismo instrumento nos informa de que los judios y moros no querian pagarlo .

Sólo sabía, por su mal, que había sido un escándalo que apenas se pudo sofocar antes que fuera tarde. A De Pas le repugnaban tales recuerdos. Eran cosas de la juventud. ¡Qué necedad temer que él volviese a descuidarse ahora, a los treinta y cinco años! Entonces, en la época de la Brigadiera no tenía él experiencia, le halagaba la vanagloria, le seducía y mareaba el incienso de la adulación.

Pasaba por romántica entre las amigas, quizá porque poseía alguna más inteligencia y corazón que la mayor parte de ellas. Era admiradora del talento: le repugnaban los seres prosaicos que constituían casi la totalidad de las relaciones de su padre. Idolatraba la memoria de su marido a quien había adorado en vida como a un hombre superior, eminente.

D. Nicolás, para imponer la paz y aplacar la cólera de aquella víbora pisada, se veía necesitado unas veces á emplear medios coercitivos poco compatibles con su educación, otras á humillarse á ciertas condiciones que le repugnaban y fatigaban tristemente. De todos modos, su vida era amarga y contrastaba con la muelle y regalada que llevaba su compañero Teruel.

Pensaba hacer lo que hacen los hombres que son hombres. En adelante, iría armado á todas horas mientras estuviese en Barcelona. ¡Ay del que tirase sobre él, si es que no le hería!... Y guiñando un ojo, mostró á su capitán lo que él llamaba «la herramienta». Al piloto le repugnaban las armas de fuego, juguetes locos y ruidosos, de problemático resultado.

Con esto todos estaban disgustados y todos aconsejaban al Emperador, inclusa su hermana la Reina de Hungría, que desistiera de su empeño de ir á Yuste y buscase otro lugar más favorable para su salud. Con esto apresuró ya los preparativos para su entrada en Yuste, cosa que apetecían vivamente los monjes, tanto como la repugnaban y sentían cada vez más cuantos componían su casa y servicio.

Y en el amor de Juanita a don Paco no vio más que el plan de casarse con el hombre más importante que después de él había en la villa. Ambos planes repugnaban extraordinariamente al cacique. Querer salvar a Antoñuelo, aunque Antoñuelo fuese su pariente más o menos lejano, le parecía detestable y absurda aberración.