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Los monges profesos llevaban coronas de cerquillo lo mismo que los presbíteros, y la barba crecida como los demas cenobitas y ermitaños; pero los novicios ó confesos no llevaban corona hasta que pasaban á profesos , ni tampoco capilla; así como no usaban velo las vírgenes hasta que en alguno de los dias solemnes marcados al efecto se lo daba el obispo pronunciando ellas sus votos.

Tómese el plano de cualquier abadía reformada, cluniacense ó cisterciense, trácense en su iglesia dos coros, uno á un lado y otro á otro, y en comunicacion con los mismos dos claustros, uno para hombres y otro para mujeres, con sus correspondientes dormitorios, refectorios, capítulos, enfermerías, hospederías, cocinas y lo demas necesario para el servicio corporal y espiritual de cada clausura; establézcase una division de altas y gruesas paredes entre ambas casas, poniendo los puntos de comunicacion entre una y otra bajo la vigilancia y custodia del abad y de sus delegados; agréguense al recinto general aquellas oficinas en que se emplean monges solos, sin acceso para las religiosas, que son todas las que requiere la administracion y gobierno económico de ambas comunidades, los graneros, los depósitos de las prestaciones decimales, las huertas, molinos, establos, habitaciones de criados, etc.; y se tendrá aproximadamente la planta de uno de los principales monasterios de Córdoba del tiempo de S. Eulogio, como el Tabanense ó el de Peñamelaria.

Habitaban en celdas desnudas de todo aparato, vestian los monges de negro , con túnica, escapulario y cogulla , las monjas con túnica tambien negra, y velo del mismo color, ó encarnado, simbolizando, bien la tristeza del destierro en que el alma consagrada á Dios vive en este mundo, bien su continua disposicion á dar la sangre por Jesucristo.

Mientras unos se aprestaban valerosos en las casas, en los monasterios, en las cárceles, á dar la vida por su creencia, otros huían del estado cordobés, y entre ellos retiráronse muchos monges y eclesiásticos á varias ciudades del norte de España, donde se vivia con menor peligro, ó se refugiaron en los nacientes dominios de los reyes cristianos.

Figurábasenos que aun hallaríamos en pié alguna de aquellas santas casas: que en ella íbamos á sorprender, usando del derecho de hospitalidad, á fuer de fatigados peregrinos, á la pequeña comunidad rezando sus horas; ó á ser agasajados como lo habian sido allí muchos en otros tiempos, viniéndonos á la memoria de contínuo aquella preciosa pintura que hace S. Eulogio de la vida de los monges de S. Zacarías de Navarra : «resplandecen como estrellas del cielo con méritos de diferentes virtudes, unos de una manera, otros de otra.

Verificóse aquella en el año 853, y cinco años despues vemos al célebre Sanson hallarse de abad en el monasterio Peñamelariense, cuando vinieron á Córdoba por los cuerpos de los santos mártires Jorge y Aurelio los dos monges Usuardo y Olivardo de la abadía de S. German de Paris.

El Concilio Hispalense II en su cánon onceno habia mandado que en toda la Bética los monasterios de monjas fuesen gobernados por monges; pero cercenando de tal manera las pláticas de los religiosos de ambos sexos entre , que solo á los abades y vicarios permitia hablar con las abadesas, y esto estando presentes otras dos ó tres monjas y versando la conversacion sobre cosas espirituales y doctrina.

Porque había un artículo más valioso que el oro y las perlas y las piedras preciosas y la belleza femenina. Para robar huesos de santos y demás reliquias, los monges de la Edad Media se preparaban con tres días de ayunos y oraciones, como los bandidos calabreses y los rateros napolitanos, que se encomiendan a la Madonna para asegurar su concurso antes de dar el golpe.

En ella la dama de esclarecido linage que hasta ahora habia vivido ocultando su verdadera , y que, depuesto ya todo humano respeto, ha consumado el sacrificio para una madre mas costoso, cual es el abandono de sus cariñosos hijos ; en ella el rico hacendado, hijo de mahometanos, que tomando de su heróica esposa ejemplo de abnegacion y fortaleza, y aleccionado en la provechosa escuela de los justos perseguidos y encarcelados, reparte su riqueza entre los pobres y las iglesias, y confia su prole ¡ya en breve huérfana! al tranquilo amparo de un humilde claustro de religiosas ; en ella el mendicante peregrino de lejanas tierras enseñoreadas por los infieles, que nacido en la gloriosa Belen y profeso en el célebre monasterio de S. Sabas, termina su trabajosa cuestacion por Africa y España, pidiendo en Córdoba al consejo de Abde-r-rahman el eterno descanso á la sombra de la palma de los mártires ; en ella numerosos monges, unos nacidos de noble linage, otros nobles por sus hechos y virtudes; en ella finalmente ricos y pobres, sabios é ignorantes en las humanas letras; versados en los estudios y trato de los árabes, y extraños de todo punto á su lengua y comercio; aventajados en la corte, y oscuros mozárabes de la Ajerquía; casados, célibes, eunucos; los unos criados entre parientes mahometanos, y sin embargo cristianos desde la infancia; los otros hijos de cristianos, pero tenidos por musulmanes hasta el momento de recibir de Dios el don de caridad y fortaleza, que los convierte de repente de tibios y meticulosos en paladines declarados de la , sedientos de la salvacion de las almas y de las salutíferas aguas de la tribulacion.

Solo cuando la concurrencia de hermanos ó huéspedes les obligaba á prestarse mútuo auxilio, era lícito entablar correspondencia entre la clausura de religiosas y el edificio de los monges; pero aun entonces se limitaba la plática á lo puramente preciso, saliendo la abadesa á la ventana.