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Soy el primero en reconocer su habilidad singularísima á este arte; pero estoy viendo que tanta habilidad no consiste las más de las veces, sino en causar efectos contra la verdad de las cosas. Hagamos sentir, despertemos impresiones nuevas, y lo demás salga por el postigo. La accion pasa en Holanda; en Holanda hay lagos helados; sobre estos lagos patinan los hijos del país.

Solía decir el padre Urtazu, adelantando el labio con su acostumbrado visaje: Estamos dormiditos, dormiditos; pero ya yo que no estamos muertecitos... y el día en que nos despertemos... tendrá que ver. Dios quiera que para bien sea.

«Ya volverán a los Jardines del Buen Retiro decía para ; ya las encontraré por ahí mañana o pasado. Ellas volverán. No despertemos la codicia de los amigos con desmedidas alabanzas. Dios sabe cuántos se empeñarían en la conquista, y me serían estorbo, aunque no me vencieran. Yo no estoy enamorado de ninguna de las dos. Jamás he creído en pasiones repentinas.

Dejemos en paz sus lenguas, hija mía; no despertemos al gato que duerme... murmuró la abuela sonriendo. Y no quiso oír nada más. Es obstinada la abuela... No le gustan las solteronas y no consiente en escuchar nada en su favor. Por fortuna, estoy aquí yo para rehabilitarlas en mi propia mente. 16 de octubre.

Frecuentemente, en casa de madama de Longueval, después de comer, dormitaba un poco. Vosotras le habéis acogido con tanta bondad, que ha recobrado su antigua costumbre. Y ha hecho muy bien dijo Bettina. No hagamos ruido, no le despertemos. Sois demasiado buena, señorita; pero la noche está muy fresca. ¡Ah! es verdad, podría resfriarse. Esperad, voy a buscar un tapado.

Pues bien, sea lo que Dios quiera... Hasta mañana, pues... Vete, no despertemos sospechas, ya que la resolución está tomada... Separémonos. Se dieron un apretón de manos y Tragomer sintió en el vigor de la mano de Jacobo que éste no faltaría á su palabra. Me voy, amigo, dijo al vigilante. Puede usted llevarse á su pensionista...

¿Canoas? preguntó levantándose. O cocodrilos respondió el piloto. ¿Los hay aquí? En todos los ríos. ¿Querrán acometernos? Por fortuna, estamos en la chalupa. Pero encallados en medio de un banco, señor Cornelio, y en la absoluta imposibilidad de huir hacia las orillas. Si llegan aquí, no les será difícil entrar en la chalupa y aun destrozarla con sus formidables coletazos. Despertemos a mi tío.