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Los buques están encallados, las tripulaciones hambrientas y sublevadas, los indios de Jamaica se muestran hostiles; nada puede esperar ya de los hombres, pero se consuela con visiones celestes que se le aparecen de noche sobre el alcázar de popa y le hablan... También lo admiraba en los peligros del regreso de su primer viaje; peligros en los que le iba algo más que la existencia: la pérdida de la gloria que consideraba entre sus manos.

Pero una mañana, cual si fuese una construcción de arena igual á la que levantan los niños y demuelen á su capricho, las aguas se llevaron ante sus ojos un extremo del dique sin concluir; luego lo partieron como algo tierno y dúctil, y finalmente las dos murallas subfluviales, en las que se habían empleado cientos de hombres y miles de toneladas de materia dura y en apariencia inconmovible, rodaron corriente abajo, dejando fragmentos encallados en las orillas y las islas.

Al doblar la esquina final se mostró de golpe el imponente espectáculo de la ciudad muerta sobreviviéndose en las magníficas proporciones de sus templos. Eran tres, y alzaban sus columnatas como mástiles de navíos encallados en un mar de verdura. La doctora, guía en mano, los iba designando con su autoridad magistral: el de Neptuno, el de Ceres, y el llamado Basilica sin motivo alguno.

Ante todo, echaremos un ancla a popa para impedir que una ola empuje al junco hacia la playa. Esto no ocurrirá, porque estamos demasiado bien encallados; pero nunca están demás las precauciones. Tenemos todavía un ancla dijo Van-Horn . Será suficiente para sujetar el barco. Luego desplegaremos velas para estar dispuestos a dejar esta bahía apenas estemos a flote.

En este tronco hueco, ocupado por seis indios remeros y dirigido por él, regresó siguiendo la costa, después de muchos días de ausencia, al lugar donde estaban encallados los navíos, recibiéndolo el Almirante con besos y grandes transportes de alegría. Sólo los dos se daban cuenta de la peligrosa situación.

Los cuales, puesto que fuese de noche, sonaban que de una grande legua se oyeran y vieran, y fué sobre él tan mansamente que casi no se sentía. El mozo que sintió el gobernalle y oyó el sonido de la mar, dió voces, á las cuales salió el Almirante, y fué tan presto que aun ninguno había sentido que estuviesen encallados.

Recomiendo á los que tengan que costear los senos de Tayabas, cuenten con las mareas antes de que se empuñen los remos, pues es muy fácil queden encallados entre medréporas y arenas si no aprecian debidamente las subidas y bajadas de las aguas.

Puédese fácilmente fortificar el puerto, construyendo una bateria en la punta de piedras, que está al sud-oeste de la primera entrada en la costa del norte, porque aquí se estrecha la entrada, y pasa el canal á tiro de fusil de dicha punta: ni podrán los navios batir la fortaleza construida en este sitio, porque en bajando la marea, se quedarian encallados, pues toda la ensenada, fuera de la punta, se queda en bajamar con poca agua, y aun en el canal estrecho apenas llega á tres brazas.

Al quedar sin movimiento, parecían los buques mucho más grandes, oprimidos entre muelles y edificios, cual si estuviesen encallados. El desembarcadero atrajo igualmente su curiosidad. Era a modo de una estación de ferrocarril, con férrea cubierta, salones de espera, depósitos de equipajes y largas verjas, detrás de las cuales se agolpaba la muchedumbre.

Los inválidos del mar amarrados en los puertos como hierro viejo obtenían precios fabulosos. Buques encallados y olvidados en costas remotas eran puestos á flote por empresas que ganaban millones con esta resurrección. Otros sumergidos en los mares tropicales se veían devueltos á la superficie después de una permanencia de diez años debajo del agua, reanudando sus viajes.