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46 Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en no permanezca en tinieblas. 47 Y el que oyere mis palabras, y no creyere, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.

Los Romanos á imitacion de los Griegos llamaron Sofistas á los que se aprovechaban de argucias, ó vanos argumentos. Es, pues, el sofisma un raciocinio que nada concluye, y tiene apariencia superficial de concluir. Hay algunos sofismas tan claros y tan fáciles de conocer, que el mas rudo los desecha por engañosos.

debes ser también excepcionalmente juzgado. Tu vida de ahora es vida nueva por completo. Tu remozamiento casi es resurrección. Desecha remordimientos vanos. No te tengas por la misma persona que hizo sus votos en el convento de Sevilla.

Es, pues, más necio escribir un memorial, que un souvenir. En este sentido tampoco he escrito nunca para . El que escribe un informe, un consejo, un parecer, escribe para ; la prueba es que generalmente siempre se pide el consejo después de tomada la determinación, y que cuando el informe no gusta se desecha.

Por estas razones, y por otras que yo no acierto a explicarte aquí, Luis se consuela y se conforma con no haber sido un varón místico, extático y apostólico, y desecha la especie de envidia generosa que le inspiró el padre vicario el día de su muerte; pero tanto él como Pepita siguen con gran devoción cristiana dando gracias a Dios por el bien de que gozan, y no viendo base, ni razón, ni motivo de este bien sino en el mismo Dios.

Florece en unos la caridad perfecta que desecha todo temor; á otros engrandece la humildad; otros con cuidado se ejercitan en recibir á los peregrinos y huéspedes, y condescienden con la voluntad de los que llegan de nuevo, como si Cristo se inclinára á ser recibido en su hospedería.» ¡Oh vida dulce y tranquila! esclamábamos: ¡oh deliciosa soledad silvestre, morada única en que descansa con placer el ocupado pensamiento del viajero de lejanas tierras, mientras encomienda á tus vagarosas auras, embalsamadas al contacto del azahar y de la madreselva, los suspiros que le arranca su amada familia ausente!

MANIL. Ya, señor, las tres han dado: Hora será de comer, Si por dicha, como ayer, No te quedas olvidado. Deja la melancolía, Come y desecha la pena; Que aunque comas, será cena, Pasado lo más del día. Aunque a Jarifa aguardaras Con la mesa puesta ansí, Era ya tarde. ABIND. ¡Ay de ! Que en sólo el cuerpo reparas; Déjale al alma comer Suspiros, lágrimas, quejas.

La naturaleza se ríe de nuestro amor y nuestra admiración; es una madre loca que estrangula a su hijo cuando éste la besa. Desecha esas ideas lúgubres, Tristán. No vuelvas tanto los ojos hacia atrás. Ya que Dios ha permitido que salvaras de este peligro en que fácilmente pudiste perecer o quedar lisiado para siempre, es que consiente en hacerte feliz.

Impulsado por esa fe superior y por la esperanza que de ella nace, desecha el hombre temores y dudas, dice ¡Sursum corda!, prosigue con valentía su camino y logra al fin llegar a la cumbre, si no término, porque no le tiene su anhelo infinito, lugar excelso de descanso desde donde percibe, bañado en la radiante luz de la verdad, el no soñado objeto de sus más altas aspiraciones.

El rabadán, por la vejez postrado, Tu solícito afán reclamaría, ¡Oh, Clori! mientras yo, por tu mandado, Al abismo del mar descendería, Sus perlas para ver en tu garganta, Y acosaría al lobo carnicero, Su hirsuta piel con plomo ó con acero Ganando para alfombra de tu planta. Alucinada ninfa candorosa, Desecha ese delirio que te lleva Á ser del viejo rabadán esposa.