United States or Bermuda ? Vote for the TOP Country of the Week !


Lo primero, volver á Sevilla con sus señores padres, y dejar á Doña Clara tranquila con los suyos. Bien se conoce que V. no ama. Á su edad de usted... Dale... con la tontería... Caballerito poeta... yo no soy ni viejo ni rabadán... ni me parezco en nada al del idilio. Váyase V. á Sevilla hoy mismo. Salga V. de esta ciudad antes de que Doña Blanca se percate de que hay moros en la costa.

Don Carlos de Atienza compartió la alegría de su mujer, y recordando que debía una especie de satisfacción al Comendador, el cual se había creído aludido cuando le oyó leer el idilio contra el viejo rabadán, compuso otro idilio en defensa de un rabadán no tan viejo y en alabanza del amor de los rabadanes.

Nada dijo Doña Clara, á pesar de ello; pero Lucía advirtió su disgusto y prosiguió de esta suerte: No te ofendas Clarita. No me motejes de parlanchina. Mi tío me puso anoche entre la espada y la pared, y tuve que confesárselo todo. Tuve que disculparme y que disculpar á D. Carlos. Á mi tío se le metió en la cabeza que él era el viejo rabadán y que yo era Clori.

Tío dijo por último Lucía con la mayor gravedad que pudo, V. no es el viejo rabadán. El viejo rabadán es de Villabermeja como V.: hace dos años que está establecido aquí, y merece, en efecto, las calificaciones que le prodiga el poeta, porque está muy asendereado y estropeado. El viejo rabadán se llama D. Casimiro. V. debe de conocerle.

Afirma vaga é indeterminadamente que Clori es bella, y eres bella. Gracias, tío; V. me favorece. No; te hago justicia. Sea como V. guste. Pero dígame V., ¿de dónde sacamos á mi viejo rabadán? porque yo no doy con él. Pues mira, yo creí haberle encontrado. ¿Cómo, tío, si no estaba en la tertulia más que el señor cura? Y yo, ¿no soy nadie? ¿Qué quiere V. decir con eso?

Yo se lo he confiado á V. para que no fuese V. á creer que yo era Clori y que sin razón de ningún género habíamos convertido á V. en viejo rabadán enclenque, á fin de dar motivo á los versos. Quedo satisfecho, muchacha, y no diré nada. Te aseguro ya que me interesa tu amiga Clori y que tengo curiosidad de verla.

En tal caso, no está muy conforme con la verdad todo aquello de que el viejo rabadán no puede ya con sus huesos, ni baila, ni corre, ni guerrea, ni es capaz de cazar lobos como el zagal. Con mi medio siglo encima, me apuesto á todo con el tal D. Carlitos. Todavía, si me pongo á bailar el bolero, estoy seguro de que he de bailarle mejor que cuando mi padre me hizo que le bailara á latigazos.

Clori, en tanto, amistosa y compasiva, Quiere que el zagal viva, Mas amarle no quiere; Antes, dicen que piensa dar su mano Á un rabadán anciano. Con celos el zagal su pena aumenta, Y así en la selva oculto se lamenta: ¡ no sabes de amor, encanto mío! ¡Ah! Tu ignorancia virginal te engaña.

Que yo trabaje con tranquilidad en favor de V. Usted me estorba para mis planes. Si V. se queda, precipitará la boda de D. Casimiro y hará que se envíe á escape por la licencia á Roma. Si V. se va, no afirmo yo que evitaré la boda de Clara con el viejo rabadán y conseguiré que sea para Mirtilo; pero, ó yo he de valer poco, ó he de lograr que se nos tiempo y... quién sabe... Nada prometo.

El rabadán, por la vejez postrado, Tu solícito afán reclamaría, ¡Oh, Clori! mientras yo, por tu mandado, Al abismo del mar descendería, Sus perlas para ver en tu garganta, Y acosaría al lobo carnicero, Su hirsuta piel con plomo ó con acero Ganando para alfombra de tu planta. Alucinada ninfa candorosa, Desecha ese delirio que te lleva Á ser del viejo rabadán esposa.