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El pobre muchacho hizo como que aprobaba la idea, sonriendo, y para dio unas cuantas vueltas al manubrio de la lógica: «Se te ha encargado que no descubras nada; se te ha dicho que tengas cuidado con lo que hablas delante de , dromedario, y , como todos, te empeñas en meterme en la cabeza la idea de que estoy viudo. No cuentas con que mi cabeza es un prodigio de claridad y raciocinio.

Esto consiste en que en este raciocinio procede el entendimiento de las partes al todo; y así como para formar el género de las difiniciones es necesario saber todos los particulares, que debaxo de él se comprehenden, del mismo modo es preciso para hacer una buena induccion: y es de notar, que esta suerte de argumento, si se hace debidamente en las cosas físicas, es de suma importancia para las nociones lógicas universales.

Este postulado, lo tenemos siempre, cuando en otra cosa, en los fenómenos de nuestra conciencia. Creo posible conseguirlo, presentando la doctrina de los capítulos anteriores bajo un punto de vista luminoso, que destierre todas las dudas y acabe con todas las dificultades. Ruego al lector que me siga con atencion por algunos momentos en el raciocinio que voy á presentarle.

Si por el principio «yo pienso» se entiende una proposicion, en tal caso no puede haber dimanado sino de un raciocinio, ó mas bien de un análisis: y así no puede ser el principio fundamental de nuestros conocimientos. Faltando los demás principios, ¿falta tambien el presente? Aplíquese la misma distincion: como simple hecho, ; como proposicion, .

Acaso por esto, el buen hombre, que no era muy fuerte en lógica, pegaba a su mujer, y como ella no era muy fuerte en materia de raciocinio, se dejó conducir por el mismo principio a ciertas infidelidades. Entonces, Galba se dio a la bebida y la señora a colaborar con regularidad en las columnas de El Alud.

Si Descartes le hubiese presentado como un verdadero raciocinio, como un entimema en que asentado el antecedente dedujera la consecuencia, claro es que el argumento claudicaba por su basa, estaba en el aire.

Aunque este conocimiento de las esencias nos falte, sin embargo el raciocinio nos conduce á esta unidad. Lo compuesto se forma de partes; si este á su vez se compone de otras, y así sucesivamente, al fin hemos de llegar á algo que no se descompone: allí está lo indivisible; ó mejor, la verdadera unidad. Este raciocinio vale, aun suponiendo que la materia es divisible hasta lo infinito.

Inútiles sus razonamientos buscando excusas. Los grandes sentimientos prescinden del raciocinio por inútil. Para hacer comprender los ideales políticos y religiosos son indispensables explicaciones y demostraciones: el sentimiento de la patria no necesita nada de esto. La patria... es la patria.

Si bien se observa, este raciocinio se aplica no solo al yo, sino á todo ser que piense; y así es que la misma demostracion la extendemos á todos; el yo pues que la aplica no crea esta verdad, solo la conoce, y se conoce á propio como un caso particular comprendido en la regla general.

Como quiera, repito que el nombre nada importa, aunque no seria difícil encontrar algun autor grave que ha dado al criterio de evidencia el título de sentido comun; lo que deseo es consignar esa ley de nuestra naturaleza que nos inclina á dar asenso á ciertas verdades, independientes de la conciencia y del raciocinio.