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La marquesa pidió un crucifijo, y poniéndoselo delante, díjole que hiciera ante él examen de conciencia, en tanto que llegaba el padre; tomólo Diógenes con ambas manos y besólo devotamente, mas dejólo caer a poco sobre la colcha, llorando desconsolado. ¡Si no , María!... ¡Si no me acuerdo!... No te apures, hombre, yo te enseñaré en un momento...

Después de la confidencia, se quedó Rita llena de inquietud y de pena. Movía la cabeza de arriba a abajo con una expresiva manifestación de asombro desconsolado, como diciendo: ¡Válgame Dios!... ¡Válgame Dios!... Mientras tanto el médico se paseaba, con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos errantes en las pálidas flores de la alfombra....

En seguida traeré para remediaros a todos dijo la anciana . Pero antes quiero saludar a ese caballero rancio, que es tan fino y atento con las señoras». Entró en el llamado gabinete, y el señor de Ponte y Delgado se deshizo con ella en afectuosos cumplidos de buena sociedad. «Siempre echándola a usted de menos, Benina... y muy desconsolado cuando brilla usted por su ausencia.

¡Vivo!... qué inmensa felicidad! No me han matado, ni me han herido ni me han dado un arañazo... ni siquiera se han atrevido á tirotear el tren. Hablando con toda franqueza, me alegro de que no me hayan causado el más leve daño; pero eso de no detener la locomotora me tiene desconsolado.

Y a París la llevaron en esta situación de ánimo, sin alegría y sin penas, no contando las lágrimas que la arrancó del fondo del corazón el desconsolado llorar de la niñera, en cuyos besos de despedida, ardorosos, resonantes y mezclados con el llanto de sus ojos, sentía palpitar el alma entera de la noble guipuzcoana.

Créame que sólo la desesperación ha podido arrastrarme a dar este paso, porque los cobardes enemigos de mi padre y míos han triunfado. »Le pido al mismo tiempo olvide completamente que ha existido en el mundo una persona del nombre de la desesperada, afligida e infortunada Mabel Blair». Quedé parado, con la carta abierta en la mano, manchada en lágrimas, absolutamente mudo y desconsolado.

Sobre esto habló Barbarita a su marido con toda la gravedad discreta que el caso requería. «Hijo, el pobre Plácido está muy desconsolado. No puede disimular su pena, y eso de salir a dar la noticia es para que no le conozcamos en la cara la hiel que está tragando».

Julián distaba de él unos cuantos pasos no más, cuando oyó dos o tres gritos que le helaron la sangre: clamores inarticulados como de alimaña herida, a los cuales se unía el desconsolado llanto de un niño. Engolfóse el capellán en las tenebrosas profundidades de corredor y bodega, y llegó velozmente a la cocina.

La criatura, sorprendida y asustada por el brusco movimiento, interrumpida en su diversión, rompió en llanto desconsolado y repentino; y su madre, sin hacerle caso, entró corriendo tras el biombo, la echó en la cuna, y medio la arropó, volviendo a salir inmediatamente.

El gobierno había prescindido del bondadoso universitario, considerándolo poco seguro. Según los periodistas, el Hombre-Montaña sería conducido al puerto en la mañana siguiente para que empezase sus trabajos. Así fué. El desconsolado profesor le vió trabajando en la orilla del mar, lo mismo que un esclavo.