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"Viéndose, pues, libres de sus ofensores, se dieron a saquear el navío de las cosas más preciosas que tenía, que por ser de cosarios no era mucho, aunque en mi estimación eran las mejores del mundo, porque se llevaron de las primeras a mi hermana, a Selviana, a Leoncia y a Cloelia, con que enriquecieron su nave, pareciéndoles que en la hermosura de Auristela llevaban un precioso y nunca visto rescate.

Fray Parisote, Maestre de los Caballeros de San Juan, codicioso de adelantar y ennoblecer su religión, como buen administrador della, teniendo siempre ante los ojos la perdición de Trípol, con deseo de recobrarle, aunque no se había perdido en su tiempo que él gobernaba, sino en el del Maestre pasado, ansí por enmendar el daño que los turcos habían fecho en cosas de la Religión, como por el mal y desasosiego que daban á Malta los cosarios que en Trípol se recelaban, viendo la paz y hermandad que de nuevo había entre los Reyes de España y Francia, parecióle oportunidad para anteponer la impresa, comunicándolo primero con el Duque de Medinaceli, que al presente estaba en el gobierno de Sicilia, porque á él como Visorrey de aquel reino tocaba ser General de la impresa cuando se hobiese de hacer.

Prendimos cosarios, soltamos prisioneros; restituímos haciendas a sus dueños, alzámonos con las mal ganadas de otros, y con esto, colmando nuestro navío de mil diferentes bienes de fortuna, quisieron los míos volver a sus redes y a sus casas y a los brazos de sus hijos, imaginando Carino y Solercio ser posible hallar a sus esposas en su tierra, ya que en las ajenas no las hallaban.

»Habíanse puesto a bordo del bajel a preguntarnos quién éramos, y adónde navegábamos, y de dónde veníamos; pero, por preguntarnos esto en lengua francesa, dijo nuestro renegado: ''Ninguno responda; porque éstos, sin duda, son cosarios franceses, que hacen a toda ropa''. Por este advertimiento, ninguno respondió palabra; y, habiendo pasado un poco delante, que ya el bajel quedaba sotavento, de improviso soltaron dos piezas de artillería, y, a lo que parecía, ambas venían con cadenas, porque con una cortaron nuestro árbol por medio, y dieron con él y con la vela en la mar; y al momento, disparando otra pieza, vino a dar la bala en mitad de nuestra barca, de modo que la abrió toda, sin hacer otro mal alguno; pero, como nosotros nos vimos ir a fondo, comenzamos todos a grandes voces a pedir socorro y a rogar a los del bajel que nos acogiesen, porque nos anegábamos.

"Tres meses estuvo en su rigor el yelo, y éstos se tardaron en acabar un navío que el rey tenía comenzado para correr en convenible tiempo aquellos mares, limpiándolos de cosarios, enriqueciéndose con sus robos.

El marinero, contentísimo del suceso, dió cuenta a los pescadores del navío que en el mar quedaba, diciéndoles que era de cosarios, de quien se temía que habían de venir por aquella doncella, que era una principal señora, hija de reyes; que para mover los corazones a su defensa le pareció ser necesario levantar este testimonio a mi hermana.

"Mas no vendrán dijo , porque no hay gente en todas estas islas que no piense ser cosarios todos cuantos surcan estas riberas, y en viendo la nave o naves luego toman las armas para defenderse, y si no es con asaltos nocturnos y secretos, nunca salen medrados los cosarios." Parecióme bien su consejo; tomé yo el un remo y ayúdele a llevar el trabajo.

Pues sabed que no pretende otra cosa sino ser vuestro verdugo. Esta noche se han de llevar en peso, si así se puede decir, diez y seis bajeles de cosarios berberiscos, a toda la gente de este lugar, con todas sus haciendas, sin dejar en él cosa que les mueva a volver a buscarla.

Yo fuí de parecer contrario, y, quizá por tenerle bueno, en esto nos socorrió el cielo, como después diré, aunque primero quiero deciros que este navío era el de los cosarios que habían robado a mi hermana y a las dos recién desposadas pescadoras.

Determinamos de esperar el venidero día, por ver si con la claridad descubríamos algún navío, y quiso la suerte que descubriésemos dos, el uno que salía del abrigo de la tierra, y el otro que venía a tomarla; conocí que el que dejaba la tierra era el mismo de quien habíamos salido a la isla, así en las banderas como en las velas, que venían cruzadas con una cruz roja; los que venían de fuera las traían verdes, y los unos y los otros eran cosarios.