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Actualizado: 11 de julio de 2025


Las levantadas olas y el ruido Del atrevido viento detenia Los cosarios baxeles en los cabos, Sin dexarles salir al mar á viento, Y en otra parte con furor insano Mostrando su braveza fatigaba Una galera de cristiana gente Y de riquezas llena, que corriendo Por el hinchado mar sin remo alguno Venia á su alvedrio, temerosa De ser sorbida de las bravas hondas; Pero despues al cabo de tres dias Del recio mar y viento contrastada, Descubrió tierra, y fue el descubrimiento De su mayor dolor y desventura, Porque á la misma isla de San Pedro Vino á parar, á donde recogidos Estaban los baxeles enemigos, Los quales, de la presa codiciosos, Salen, y de ardor belico adornados A la galera acometen destrozada, Y de solos deseos defendida: Una pelota pasa en el momento Al Capitan el pecho, y á su lado Del Lusitano fuerte muerto cae Un caballero ilustre Valenciano.

Has de saber, ó Silvia, que estos dias, Partieron deste puerto con buen viento Doce baxeles de cosarios todos, Y con prospero viento caminaron, A vuelta de las islas de Cerdeña, Y alli en las calas, vueltas y revueltas, Y puntas que la mar hace y revuelve, Se fueron á esconder, estando alerta De algun baxel de Genova, ó España, O de otra nacion, que no fuese Francesa: Y presto un bravo viento se levanta Que Maestral se llama, cuya furia Dicen los marineros que es tan grande, Que las tupidas velas y las jarcias Del mas recio navio y mas armado No pueden resistirle, y es forzoso Acudir al abrigo mas cercano, Si su rigor acaso lo concede.

"La primer derrota que tomamos fué a Dinamarca, donde creí hallar a mi hermana, y lo que hallé fueron nuevas de que, de la ribera del mar, a ella y a otras doncellas las habían robado cosarios.

Preguntar quería el general qué azotes eran aquéllos, o qué desencanto de Dulcinea, cuando dijo el marinero: -Señal hace Monjuí de que hay bajel de remos en la costa por la banda del poniente. Esto oído, saltó el general en la crujía, y dijo: ¡Ea hijos, no se nos vaya! Algún bergantín de cosarios de Argel debe de ser éste que la atalaya nos señala.

A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas.

"Dos meses anduvimos por el mar sin que nos sucediese cosa de consideración alguna, puesto que le escombramos de más de sesenta navíos de cosarios que, por serlo verdaderos, adjudicamos sus robos a nuestro navío y le llenamos de innumerables despojos, con que mis compañeros iban alegres, y no les pesaba de haber trocado el oficio de pescadores en el de piratas, porque ellos no eran ladrones sino de ladrones, ni robaban sino lo robado.

Palabra del Dia

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