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Con presteza y soltura de actriz, la viudita se viste y se desnuda; dáse vueltas en el espejo, torna la cabecita, rubia y rulosa, hacia los hombros, para contemplarse el perfil; se arregla el busto; sus manos vuelan ligeras, raudas, del pelo al talle, del talle a la falda, en toquecitos rápidos, a los cuales obedecen las prendas con no qué docilidad animada, como dichosas de servir de ornato a tan retrechera y remonona criatura.

Sintió frío y pidió a Kate un ligero abrigo en que se envolvió pensativa siempre y silenciosa... Seguía aquella luz alumbrando en su alma, y a su reflejo parecióle contemplarse a misma por fuera de misma, como debía de contemplarla el desconocido Pedro Fernández, sentada en aquel pescante al lado de Jacobo... Instintivamente miró a este, y por primera vez en la vida parecióle lo que no le había parecido nunca: le pareció un cómplice.

Si esto pensaba cuando la doncella y peinadora la estaban vistiendo, luego que se vio totalmente ataviada y pudo contemplarse entera en el gran espejo del armario de luna, quedó prendada de misma, se miró absorta y se embebeció mirándose, ¡tan atrozmente guapa estaba!

Felicia, la criada, nos decía que empleaba media hora larga en atusársela, untándola con perfumados aceites; que nunca dejaba, al llegar o salir de casa, de contemplarse al espejo con delectación, alejándose y aproximándose para gozar de su figura a distintos puntos de vista, y que el colocar el sombrero al salir a la calle era negocio largo.

La fuente de este pensamiento, habrá sido probablemente la novela religiosa de Barlaam y Josafat, en la cual se cuenta que un Príncipe, á causa de la desdicha que le amenazaba hasta cumplir los diez años, había sido encerrado en una obscura cueva, y, después del transcurso de este tiempo, había salido á la luz del día con motivo de una fiesta de corte, llenándose de asombro al contemplarse rodeado de muchos objetos de valor, y de señoras y caballeros, lujosamente vestidos.

Ambos se miraron en un instante, instante muy largo, durante el cual se creyeron envueltos en la irradiación de una atmósfera de luz, calor y vida. Al dejar de contemplarse, fuese que el esplendor del ocaso es breve y se extingue luego, fuese por otras causas íntimas y psicológicas, imaginaron que sentían un hálito frío y que empezaba a anochecer. Oyose la palabra ronca de Borrén el inaguantable.

Los dos reconocieron á Atilio Castro, viendo cómo se saludaban él y «la Generala», cómo seguían juntos su paseo, tan ocupados en contemplarse mutuamente, que no fijaron su atención en el carruaje. Miguel sonrió. El allí, al lado de Alicia, que le hacía cometer toda clase de extravagancias; el otro esperando con una emoción de adolescente la llegada de doña Clorinda. ¡Pobres enemigos de la mujer!

El doctor, que en aquella ocasión era entre los tres el más dueño de mismo, se levantó para poner término al dolor de aquella separación que desgarraba su alma. Ellos hicieron lo propio y después de contemplarse en silencio estrecháronse por última vez la mano, mientras el doctor decía: ¡Ea! ¡en marcha, Amaury! ¡Adiós! En marcha repitió Amaury de un modo maquinal.

El espíritu humano no ha nacido para contemplarse á propio, para pensar que piensa; los afectos no le han sido concedidos para objetos de reflexion, sino como impulsos que le llevan á donde es llamado; el objeto principal de su inteligencia y de su amor es el ser infinito así en esta vida como en la otra. El culto de propio es una aberracion del orgullo cuya pena son las tinieblas.

La imagen de su novia americana pasó por su recuerdo con tal intensidad, que hasta creyó verla corporalmente, aspirando su perfume. Pero á continuación cayó en una tristeza desesperada al contemplarse en este país inverosímil, sometido á una esclavitud ridícula, sujeto á los caprichos de una humanidad inferior.