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Actualizado: 28 de junio de 2025
Rafael miraba avergonzado al suelo; tenía miedo de verla, miedo de contemplarse con las ropas en desorden, sucio de tierra, batido y golpeado como un ladrón al que sorprende un amo fuerte. Oyó la voz de Leonora, hablándole con la despreciativa familiaridad que se usa con los miserables. ¡Vete! Levantó los ojos y vio los de Leonora irritados y altivos, fijos en él.
Los madrileños, mejor que ningún otro pueblo antiguo o moderno, han llevado al refinamiento este goce exquisito: en las iglesias, en los teatros, en el paseo, en los salones, se apuran todos los medios de contemplarse con más comodidad.
Todo se vuelve caras nuevas, que después no son nuevas. ¿Quién son ésas? y resulta que son las de Mínguez, es decir, las eternas Mínguez, las de ayer, las de antes de ayer, las de siempre. ¡Pero mientras la ilusión dura!... En los pueblos donde pocas veces se tienen espectáculos gratuitos lo es y más interesante el de contemplarse mutuamente.
El sol subía y sus rayos comenzaban a travesear en los cristales del coche, y en las frentes de los dos que lo ocupaban, como invitándoles a contemplarse el uno al otro.
Ojeda, más frío que su compañera, percibió en su interior un cosquilleo irónico, un deseo de reírse de sí mismo, de este enternecimiento sin causa definida que se apoderaba de él. ¡Mirar la luna y decir versos como un estudiante al lado de una pobre mujer que era madre y oyendo una musiquilla vulgar a cuyos sones danzaban los seres más frívolos de aquella Arca de Noé!... ¡Cómo reiría él si con prodigioso desdoble pudiera contemplarse a sí mismo desde lejos!... Pero la emoción inexplicable era más fuerte que su rebeldía burlona, y le obligaba a permanecer inmóvil, en silencio, sin huir de aquel cuerpo que vibraba con su contacto. ¿Por qué reírse de este instante, si era de felicidad y le proporcionaba un dulce olvido?...
¡Y yo que le tenía á usted por un amigo seguro!... ¡Mal sujeto! ¡Querer arrebatar á una mujer el apoyo de su esposo, dejándola sola!... Al hablar miraba fijamente los ojos del español, como si pretendiese contemplarse en ellos. Pero debió ver tales cosas en estas pupilas, que su voz se hizo más suave, y hasta acabó por fingir un mohín infantil de disgusto, amenazando al hombre con un dedo.
Y junto a la zapatería y al bazar podía contemplarse la revocada y hermosa fachada de su casa, situada en la calle más ancha y central del pueblo. A espaldas de esta casa y en no interrumpida sucesión, había patios, corrales, caballerizas, tinados, bodegas, graneros, lagar, molino de aceite, y en suma, todo cuanto puede poseer y posee un acaudalado labrador y propietario de Andalucía.
Muchas veces, Jaime, siendo niño, se había asomado para contemplarse allá abajo, en la pupila circular y luminosa de sus aguas dormidas. La calle estaba solitaria. Al final de ella, junto, a las tapias del jardín de los Febrer, veíase la muralla de la ciudad, y abierto en esta muralla un portalón con barrotes de madera en su arco, iguales a los dientes de una boca enorme de pescado.
Esta es la india rica, este es su tipo. Llegará la tarde y disfrutará un momento de vanidad al contemplarse rica y hermosa: se comparará con las demás y se verá la dalaga mejor ataviada de la procesión.
Al amanecer, al contemplarse cara a cara comprendieron su común destino, observando el más riguroso silencio. Flora, haciéndose la más fuerte, se acercó a la Duquesa y la enlazó con su brazo, en cuya disposición mantuviéronse todo el resto de la jornada. La tempestad llegó aquella noche a su mayor furia, destrozó los pinos protectores e invadió la misma cabaña.
Palabra del Dia
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