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Esto será objeto de un discurso que pronunciaré otro día, cuando tenga completos los datos estadísticos que estoy reuniendo. Necesito saber con certeza cuántos bueyes come cada día, cuántas docenas de gallinas, así como las toneladas de pescado y de pan que lleva devoradas.

De LISBOA, 10 de Mayo de 1601. En que se trata del órigen de los Chiriguanas ó Guaranís, gente que come carne humana, y del descubrimiento del Rio de la Plata. Del indio Chiriguana encarnizado En carne humana, orìgen canto solo. Por descubrir el ser tan olvidado Del Argentino reino, ¡gran Apolo!

Vibra, ve, huele, anda, come, etc.; pero no sabemos quién come, quién ve, ni quién vibra, ni qué es lo vibrado, ni lo comido, ni lo visto. Todo es incognoscible, y hasta podemos recelar que no exista. No sólo el super-hombre, sino igualmente cuantos hombres existen o han existido y de quienes el Sr.

Puse en la mesa de don Carlos el paquete de periódicos; volví a mi asiento; acabé los apuntes empezados, y en seguida leí mis cartas. Una era de cierto condiscípulo mío que solía escribirme de tiempo en tiempo, la otra de la tía Pepa que me decía: «Carmen va muy bien. Sarmiento viene todos los días, y está contentísimo, porque la pobrecilla come y duerme a las mil maravillas.

, Ricardo repuso Lorenzo sonriéndose. ¡Ahora hay que reírse! ¿Y Baldomero no viene a comer con nosotros? preguntó Ricardo al sentarse a la mesa. Come con su familia. ¿Por qué no lo invitas, Melchor? ¡Es tan entretenido! Son las nueve pasadas; ya ha comido, seguramente. ¿Vendrá a tomar el café con nosotros? Hágale decir, José, a Baldomero, que venga, a tomar el café.

A media mañana se fue al billar; aunque hijo de familia no come nunca en casa; entra en el café metiendo mucho ruido, su duro es el que más suena; sus bienes se reducen a algunas monedas que debe de vez en cuando a la generosidad de su mamá, o de su hermana, pero las luce sobremanera.

Recordaba ahora con vergüenza su ignorancia española, aquella prosopopeya castellana, mantenida por mentirosas lecturas, que le hacían creer que España era el primer país del mundo, el pueblo más valiente y más noble, y las demás naciones una especie de rebaños tristes, creados por Dios para ser víctimas de la herejía y recibir soberbias palizas cada vez que intentaban medirse con este país privilegiado que come mal y bebe poco, pero tiene los primeros santos y los más grandes capitanes de la cristiandad.

El estudiantillo avispado dijo: Murmullos de aprobación. Y a todo esto, Belarmino sin entrar en situación, ausente en remotos limbos del pensamiento. Una voz metálica, ronquecina, nasal, gangosa, de beodo o de fonógrafo, rompió a decir: «Está el que come ante el Diccionario, en el tole tole, hasta el tas, tas, tas

Y allá abajo, dentro de sus jaulas, cómo parecían decirse los canarios: ¡Oh! ¿Pues no se come ese señor de una sentada todo el pestiño? Efectivamente, me lo comí todo y casi sin darme cuenta de ello, distraído como estaba mirando a mi alrededor aquella habitación clara y apacible, donde flotaba como un olor a cosas antiguas.

Mañana sin falta. Cristeta. No tengo más esperanza. Inés. ¿Quién sabe? Cristeta. Tómalo con empeño. Inés. Vaya usted tranquila, y hasta mañana...; pero, la verdad.... ¡qué granujas son los hombres! Cristeta. Y nosotras, ¡qué simples! Inés. No, pues si todas fuéramos tan listas come usted, ¡pobrecitos! Cristeta. Con eso y con que no me sirva de nada... Inés. Adiós, señorita.