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Y con esto, lector amable, quédate a Dios, y perdóname si te causé enfado o tedio con la lectura de mi prólogo. Madrid, 2 de junio de 1918. DEDICATORIA DE V

Preguntóla el mismo Prelado quán grande era aquel Astro, y respondió que como un Cesto. Conoció claramente este insigne Varon, que no eran otra cosa semejantes revelaciones, que entusiasmos de imaginaciones valientes, y pervertidas. Para que esto no cause dificultad, no hay mas que considerar la viveza con que la imaginativa representa una cosa en los sueños.

Siendo esta una de las miserias de la flaca humanidad, preciso es resignarse á luchar con ella toda la vida; pero es necesario tener siempre fija la vista sobre el mal, limitarle al menor círculo posible; y ya que no sea dado á nuestra debilidad el remediarlo del todo, al ménos no dejarle que progrese, evitar que cause los estragos que acostumbra.

Otras muchas veces lo he dicho, y ahora lo vuelvo a decir: que el caballero andante sin dama es como el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento y la sombra sin cuerpo de quien se cause.

Debo advertirte otra cosa que ignoras, Gabriel; una cosa que tal vez te cause tristeza; pero que debes saber... ¿ crees conservar sobre ella el ascendiente que tuviste hace algún tiempo y que conservaste aun después de haber mudado tan bruscamente de fortuna? Señora repuse , no puedo concebir que haya perdido ese ascendiente. Perdóneseme la vanidad.

Cristiano, vuelve á mirarme, Que no es mi rostro de muerte. Mas que muerte me causais Con vuestros inducimientos; Dexame con mis tormentos, Porque en vano trabajais. No veis como se retira El bravo en su pundonor: Ansi entiende él del amor Como el asno de la lira. Cómo quieres que yo entienda De amor en esta cadena? Eso no te cause pena, Que luego se hará la enmienda: Las dos te la quitaremos.

Todo lo que pasa a mi alrededor aparéceme bajo una nueva luz, y todo revestido de una belleza desconocida para ... Es una niñería, pero hace un momento que paseándome por el bosque miraba los árboles... que pasaban antes desapercibidos y decíame: «¡Qué cosa tan bella es un árbol, qué sólido es, qué elegante, cuan lleno de vida!...» No hay un solo objeto en la naturaleza, desde la más ligera hierba, que no me cause admiración, y me deje en éxtasis.

Si quieres... No hay necesidad... Acaso te cause repugnancia... Pero Cecilia ya se había acercado a la cama y recogía las hilas, la pomada y las tijeras, poniéndolo todo en orden. Hizo una nueva tableta, y extendió con esmero el ungüento sobre ella. Gonzalo la miraba, un poco inquieto. Ella guardaba silencio, haciendo esfuerzos heroicos por vencer la confusión que se iba apoderando de su alma.

REY. ¿Tenéis vos alguna queja? PELAYO. , señor, deste rocín. REY. Digo que os cause cuidado. PELAYO. Hambre tengo: si hay cocina Por acá... REY. ¿Nada os inclina De cuanto aquí veis colgado, Que a vuestra casa llevéis? PELAYO. No hay allá donde ponello: Enviádselo a don Tello, Que tien desto cuatro u seis. REY. ¡Qué gracioso labrador! ¿Qué sois allá en vuestra tierra?

Lo que yo me propongo al regalar la levita, además de la satisfacción que me cause el obsequiar a don Paco, es que nadie me acuse, y sobre todo, que no me acuse yo misma de tener el vestido sin dar en pago algo equivalente. Decididas así las cosas, al otro día se compró el paño.