United States or Palestine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Bien hacen algunas muchachas desenfadadas en llamar carabinas a tales ayas o acompañantas: son la carabina de Ambrosio. Por eso he dicho y lo repito, perdóneseme la inmodestia, que mi prudencia me ha valido. Parece inverosímil que tenga yo tanto mundo y tanta perspicacia. No, yo no me equivoco. Es persona muy digna.

Madrazo mismo, tan superior artista, no hizo mas que vegetar brillantemente en el arte divino de Rafael, de Rubens y Murillo. Perdóneseme, pues, que solo me detenga en lo mas sobresaliente, sin hacer mas que apreciaciones someras. La verdadera maravilla de Madrid es, sin disputa, el Museo de Pintura y Escultura, situado en el paseo del Prado.

Pero la filosofía, y perdóneseme lo rastrero y humilde de la expresión, es harina de otro costal: es asunto mil y mil veces más complicado y misterioso, y bien puede acontecer, y a mi ver acontece, que tomemos por verdad la mentira, por realidad el sueño y por razonamiento juicioso los mayores delirios.

Atormentado por horribles dolores, no dejó de dictar órdenes, enterándose de los movimientos de ambas escuadras, y cuando se le hizo saber el triunfo de la suya, exclamó: «Bendito sea Dios; he cumplido con mi deber». Un cuarto de hora después expiraba el primer marino de nuestro siglo. Perdóneseme la digresión.

Debo advertirte otra cosa que ignoras, Gabriel; una cosa que tal vez te cause tristeza; pero que debes saber... ¿ crees conservar sobre ella el ascendiente que tuviste hace algún tiempo y que conservaste aun después de haber mudado tan bruscamente de fortuna? Señora repuse , no puedo concebir que haya perdido ese ascendiente. Perdóneseme la vanidad.

Perdóneseme la jactancia: yo descubro, al tender mi penetrante mirada por el Universo, cien veces más vida y más inteligencia que la que ve la inmensa mayoría de los hombres.

Ambos entonces, imitando a la zorra, y perdóneseme lo ruin de la comparación, dicen no están maduras, y se vuelven a la isla desierta, donde viven en soledad y conversación interior hasta que les llega el día de su glorioso tránsito, o sea de la muerte. Así, y no creo que muy libremente interpretada, es la novela filosófica de Tofail.

Perdóneseme que pase de los monumentos personales y los teatros, ex abrupto, á las caballerizas reales, monumento elevado á los caballos y las mulas de la Corte con mucho mayor esmero que las vergonzantes estatuas ó columnas consagradas á la gloria de los grandes genios. Si de la transicion surge un curioso epígrama, la culpa no es por cierto mia.