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Lo que es amplísimo en la metafísica de Tofail y de Hay es el limbo. La inmensa mayoría de seres humanos jamás eleva a Dios el pensamiento. Son como ciegos a nativitate, y como no han columbrado la luz divina, no se atormentan por verla ni por gozarla y caen en el limbo y quedan sin pena ni gloria.

Ambos entonces, imitando a la zorra, y perdóneseme lo ruin de la comparación, dicen no están maduras, y se vuelven a la isla desierta, donde viven en soledad y conversación interior hasta que les llega el día de su glorioso tránsito, o sea de la muerte. Así, y no creo que muy libremente interpretada, es la novela filosófica de Tofail.

La manera con que Tofail va explicando y contando el crecer del niño abandonado, el desenvolvimiento de sus facultades corporales, y lo que inventa y forja para aumentarlas, y luchar por la vida, es harto menos verosímil que en el cuento de Foe, pero es igualmente ingeniosa, sin dejar de presuponer en quien escribe atinada observación y experimental conocimiento de lo natural y real que hay en el mundo.

Yo no veo en Tofail tan enérgica expresión del corto o ningún valer de las criaturas, si con el Creador se las compara, como esta de un gran Padre de la Iglesia: ¡Dios mío, si las cosas son algo es por el ser que les das, y no son nada porque no son lo que eres!

No se limita a esto, con todo, la novela de Tofail. Esto es lo menos importante de la novela, aunque sobre ello lo más importante está fundado. Hay Benyocdan es todavía más excepcional y egregia criatura por el alma que por el cuerpo. Nada ve, nada hace, nada observa en ni fuera de , sobre lo cual no piense y cavile.

A mi ver, es un milagro de prodigiosa sutileza el que realiza Tofail al ir narrando el interior desenvolvimiento del pensar en la mente de su héroe solitario y mudo. Seguirle en esto no se puede aquí por falta de espacio y más aún por falta de suficiente aptitud en para extractar sin rebajar el valer de la obra.

No pocos críticos acusan a Tofail de panteísta; pero yo me atrevo a sostener, si bien con la timidez que mis escasos conocimientos me infunden, que Tofail está exento de panteísmo. La persistente realidad de cuantos seres hay en el mundo queda a salvo con su doctrina. Dios lo penetra todo, pero no se confunde con nada.

Y en lo tocante a la unión íntima del alma con Dios y al propósito de la ciencia mística, tampoco va tan lejos Tofail como en sus términos y frases muchos místicos ortodoxos de Alemania, de Italia y de España. Lo que se echa de menos en la mística de Tofail es, ya que no la carencia, la poca energía del amor que aspira y logra la unión más que la inteligencia pura.

De aquí puede inferirse que la metafísica de Hay es, según Tofail, la pura esencia de toda verdad religiosa, la cual permanece velada en símbolos para la multitud, incapaz de percibir sin ellos la verdad por medio de la introinspección y de la filosofía.