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En el día de hoy, el más bullidor, el más sabio o el más rico de cada lugar, donde suele disponer y mandar cuanto se dispone y se manda, se designa chistosamente con el apodo de cacique, lo cual no deja de ser ofensivo para sus conciudadanos, quienes de un modo implícito quedan calificados de indios bravos o semisalvajes. ¿Pero cuándo no hubo o cuándo dejará de haber caciques, aunque con otro nombre o apodo los designemos?

Las relaciones íntimas que desde hacía tiempo, sosteníanse entre nuestra patria y aquella privilegiada región, cuna del arte, como consecuencias de gloriosas conquistas realizadas por nuestros capitanes, contribuyeron eficazmente á hacer extensivo dicho influjo, y así no es de extrañar, que magnates tan calificados como los Duques de Arcos y de Alcalá, los Marqueses de Ayamonte y de la Algaba, el Conde de Gelves, Don Fernando Colón, y otros más que sería prolijo enumerar, aceptando de buen grado dichas influencias, acudieran á artistas italianos, unos para que les labrasen las ricas portadas, fuentes y columnas de sus casas, otros sus sepulcros ó retablos para las capillas de que eran patronos, y todos ellos para que decorasen á la manera italiana las estancias y salones de sus palacios.

Pero estos principios, que debian afianzar el órden y librar á la sociedad de los embates de la anarquia, fueron calificados de anti-patrióticos, como si el patriotismo consistiese en la exaltacion y el frenesí; y los que los profesaban, no tardaron á ser el blanco de las mas torpes calumnias. Al espíritu de conservacion, sucedió el desórden, y Buenos Aires tuvo tambien que lamentar sus víctimas.

Sólo afirmo que, sin incurrir en error contra la fe, porque ni el molinismo, ni menos su mitigación por el congruismo de Suárez, fueron nunca calificados de heréticos, los jesuítas defendieron y sostuvieron la libertad del hombre, sin salir fuera del circulo de la creencia católica, y en cuestión la más oscura y difícil de la teología, y aun de todo pensar filosófico, por donde será siempro para teólogos y filósofos manantial y semillero de disputas hasta la consumación de los siglos.

Pues bien: algo así, con este cuadro primaveral por base, podía ser la vida de una mujer como Luz, si la dijeran: «Escoge un mundo a tu gusto para ti sola, o para los dos a lo sumo». No pediría ella otra cosa. Y, sin embargo, se guardaría muy bien de descubrir estos deseos en medio de las realidades de su vida, porque estaba cierta de que habían de ser calificados de locura.

Váyase vuesa merced, señor don Quijote, que no volverá en esta pobre niña en tanto que vuesa merced aquí estuviere. A lo que respondió don Quijote: -Haga vuesa merced, señora, que se me ponga un laúd esta noche en mi aposento, que yo consolaré lo mejor que pudiere a esta lastimada doncella; que en los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados.

Sin embargo, esta justificacion de un error que ya no es posible disfrazar, debo esparcir dudas sobre muchos hechos históricos, por mas auténticos y calificados que sean.

No se da apenas sujeto que, al calificar a alguien de cursi, haga más que pagarle, porque es seguro que los calificados por él le califican a boca llena de lo mismo. ¿Será esto porque la cursería es una cualidad indeterminada y confusa? Yo creo que no, pues he notado que sucede lo propio con otras cualidades harto determinadas.

Y el mismo curioso autor contemporáneo de estos sucesos, añade, después de haber dicho que el padre del marqués habíale afeado á su hijo la primera disputa en la Aduana, aquella tarde del día 21 de Diciembre de 1638: «Los parientes del difunto, que son muchos y muy calificados, conocieron la razón, y que su propia presunción y soberbia le quitó la vida al don Martín de Medina, marqués de Buenavista, si ya no discurrimos que el no haber querido desistir, habiéndose interpuesto el padre, y reprendídole diciéndole que estaba muy soberbio y vano, le ocasionó la muerte, como sucederá con los que no obedecen á sus padres

Estos libritos convencen el entendimiento de los sabios aparentes, y les ganan el ánimo, porque con estos atractivos les ganan el gusto, con lo que facilmente son llevados á estimarlos y á seguirlos. Mr. de VOLTAIRE, ROSEAU, L'AMETRIE, HELVETIUS, y otros tales son testimonios calificados de lo que proponemos.