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«Comprendo que no te agrade por el pronto. Pero reflexiona. ¿No has oído decir que toda persona tiene la fortuna en la mano una sola vez en la vida? lo he oído; pero te diré... Pues considera si en tu situación puede haber para ti fortuna mayor que el que un hombre honrado te ofrezca su mano. No creo que pretendas un Coburgo Gotha.

¿Por qué te quiero?... Pues por lo que yo hago casi todas mis cosas ... por capricho. Un día te he visto en el Retiro revolviendo un caballo admirablemente y me gustaste. Luego, a los dos meses, en Biarritz, te vi en el asalto del casino tirando con un oficial ruso y concluí de encapricharme. Hice que me fueses presentado, procuré agradarte, te agradé en efecto.... Y aquí estamos.

Ora nos agrade o nos desagrade, ora nos tenga cuenta, ora no nos tenga cuenta, si el super-hombre ha de venir, vendrá pese a quien pese. Ni conservadores ni retrógrados podrán impedirlo. Sobre este punto Nietzsche y Gener se hallan en perfecta consonancia. Veamos ahora en lo que disienten y en lo que Gener, en mi opinión, con muchísimo juicio, enmienda a Nietzsche la plana.

Si hoy admiramos las oraciones de Cicerón, cierto es también, que si Cicerón resucitase y repitiese una de aquellas en el teatro complutense, cansaría á todos hasta el extremo, porque es conforme á la naturaleza de las cosas que las antiguas invenciones aburran, y que lo nuevo, si es también natural, agrade.

El lector puede escoger entre estas teorías la que más le agrade. Es singular, sin embargo, que varios individuos, que fueron espectadores de toda la escena, y sostenían no haber apartado un instante las miradas del Reverendo Sr. Dimmesdale, negaran absolutamente que se hubiese visto señal alguna en su pecho.

Sospecho que mamá se consuela con el general. No la condeno. Sea en buen hora. Es libre: bien puede hacer lo que le agrade sin ofender a Dios. Lo que a me ofende es la falta de confianza en ; que mamá me engañe sin necesidad.

Adiós, y piensa que ya eres mía. Ahora cuando quieras nos veremos para convenir lo que más te agrade.

Entonces que podré tener cuanto necesite y cuanto me agrade sin humillarme. Sacudiré la tierra que se haya pegado a las suelas de mis botas, y diré: «Ya no más, ya no más lodo de las calles». El cristal más puro no podrá compararse entonces a mi conciencia. »¿Pero podré levantarla con el peso de ciertas cosas de mi vida pasada... y presente?

Si el estudiante se presentase á ella, jurándola amor y fidelidad, Pisa, Paris, Francia, Italia, el universo entero, desapareceria ante los ojos de esa desdichada. Pero, en fin, como dijo uno de nuestros antiguos trovadores: El dolor hay que sufrir, Pues plugo á Dios decretar Que cause pena llorar Para que agrade reir. Para mañana tenemos un plan nuevo. =Dia vigésimo primero=. Noticias de España.

Preciso es, pues, que toda esta multitud heterogénea encuentre allí alimento que la nutra y que le agrade, y la sana doctrina que paladea con delicia la abadesa en la Intención de cada mes, seria, profunda y devota, es manjar harto sublime para el embotado paladar de aquellos otros que sólo podrán tragar esa misma celestial doctrina, envuelta en una salsa lícitamente profana.