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Actualizado: 15 de junio de 2025
En cuanto al retrato de las prendas físicas de don Juan... mejor es no hacerlo; a los lectores poco ha de importarles la omisión, y en cuanto a las lectoras, preferible es que cada una se le figure y finja con arreglo al tipo que más le agrade.
Todas las cosas a la verdad son limpias; mas malo es al hombre que come con escándalo. 22 Tú tienes fe; tenla contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba. 1 Así que, los que somos más firmes, debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos, y no agradarnos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en bien, para edificación.
Debo añadir aquí que no se prescindió de medio alguno, ni se excusó diligencia para procurar que los trajes y la pompa y aparato escénicos correspondiesen y hasta realzasen la grandeza y solemne majestad del argumento. Despojada ahora mi producción de todos los primores que entonces le prestaron valer, será muy difícil que agrade.
El lavar la cara, el disfrazarlo todo, el dar á todo un contorno exterior que agrade á los sentidos, la mogiganga parisiense, el inexorable palaustre, ha entrado aquí hasta en la cocina, como dije en otro lugar.
Supongamos salga en todo acertada la comedia: que agrade la maraña; que deleyte el verla; que regozije la graciosidad, solo con un tibio buena es, queda satisfecho el trabajo: y este no de todas lenguas, por que es casi imposible agradar á tantos y tan diversos caprichos.
En cierto pueblecito, por ejemplo, donde años ha solía yo ir de temporada, no hay sermón de Cuaresma ni de Semana Santa que agrade o que conmueva, aun siendo elocuentísimo y sentido, si no se pronuncia con un tonillo singular que los predicadores suelen aprender, si ya no lo saben, antes de subir al púlpito.
¡Pobre papá! le decía entre besos y lágrimas , tú no mereces que yo te dé un mal rato... y sin causa ni motivo... porque no los hay... yo te lo aseguro... Es que sucedió lo que temía... que no sé dar a esas cosas serias su propio valor... cuando quiero explicarlas; y no hay más... Yo no haré sino lo que a ti te agrade... ¿Te parece mucho dejarme libre la voluntad en esos planes vuestros?... Pues ni eso te pediré.
He aquí el discurso que le dirigió el de la bata, pasadas las primeras formalidades del saludo y del abrazo: «Amigo mío: estás en tu casa, elige la habitación que más te agrade y establécete en ella con toda libertad. Yo almuerzo solo, á la una y como á las ocho de la noche. Tendría mucho gusto en que me acompañaras á la mesa; pero si estas horas no te acomodan, puedes escoger otras para ti.
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite; y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello.
Está bien, don Reservado; quiere decir que no me importa lo que te agrade o enoje. ¿En qué puedes fundar el no haberme dicho que trabajabas en una imprenta desde que te viste obligado a dejar la carrera?
Palabra del Dia
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