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Se sabe, por ejemplo, que en 1639 hizo uno del Almirante de Castilla Don Adrián Pulido Pareja: Palomino que lo vio en casa del Duque de Arcos, dice, que esta hecho «con pinceles y brochas de astas largas que usaba algunas veces, para pintar con mayor distancia y valentía; de suerte que de cerca no se comprendía y de lejos es un milagro»; añade que lo firmó en latín; y hasta refiere una anécdota, según la cual estando el cuadro puesto hacia donde había poca luz y entrando el Rey, como solía, a ver pintar a Velázquez, confundió la pintura con el hombre, preguntando al retratado: «¿Qué, todavía estas aquí? ¿No te he despachado ya? ¿Cómo no te vas? y luego comprendiendo su error dijo al artista: Os aseguro que me engañé

Miró profundamente Montiño al tío Manolillo. Vuestro amigo don Francisco dijo el bufón contestando á aquella mirada me llama el mochuelo del alcázar. Os juro que no os entiendo. ¡Bah! ¿Y cómo os va de vuestros amores? ¿De mis amores? ¡Qué! ¿No estáis enamorado? ¡Yo! Mirad que doña Clara Soldevilla es demasiado persona para que se la engañe. ¡Doña Clara! ¡Oh, doña Clara! ¿La conocéis?

Si es que no nos han descubierto ya dijo el piloto entrando . Me temo que esa canalla sepa más que nosotros. ¿Has visto algo sospechoso? preguntó el Capitán con inquietud. Quizás me engañe, señor Van-Stael; pero mientras retiraba las pértigas me pareció oir un ligero silbido por el lado de la selva. ¿Habrán descubierto nuestras huellas? No lo , Capitán.

Mentira replicó Fortunata, oliendo su propio vestido . Está bien limpia. ¿Para qué dices lo que no es? No, lo que es dentro de casa, estás por aquello de ya engañé. Eso; ponte bien ordinaria y todo lo cursi que puedas. ¡Ay qué gracia!... pues hoy no me he puesto la bata de seda, porque he estado toda la mañana en la cocina. ¿Haciendo qué? Escabeche de besugo. Bien; me gusta.

Yo debo conoceros, puesto que con tal cuidado fingís la voz. No, no me conocéis. Pero veamos, señora, lo que hemos de hacer; lo que importa es salvar vuestro honor. ¡Ah, Dios mío! ¿y cómo? Nadie sabe por mi parte que yo os he escrito; para que mi carta llegue á vuestras manos ha sido preciso que yo engañe á una de vuestras doncellas. ¡Esperanza! la habéis seducido, la habéis comprado...

Cúrela usted, sálvela le dije a Magdalena cuando nos separamos; pero no la engañe usted más. Magdalena hizo un gesto de duda como si le quedara un débil residuo de esperanza, el cual se esforzaba por mantener. No piense usted en Oliverio y no le acuse más de lo que es razón añadí resueltamente. Le di a conocer los motivos buenos o malos que decidían la suerte de su hermana.

Si le veía, se lo señalaría inmediatamente a toda su banda con el dedo, diciendo en alta voz: «¡Miradle, es un espía!» «Tendré que dejar de llevar gafas y cortarme la barba pensó Krilov . Si pierdo la vista, ¿qué le vamos a hacer? Además, el médico quizá se engañe y puede que yo no necesite gafas. En cuanto a la barba... verdaderamente no me cambiará mucho el quitármela.

Sonrió con amargura y añadió: Tengo poca suerte.... No he hecho mal a nadie, me he casado a gusto de papá, y mire usted ¡cómo se me arreglan las cosas! Señorita.... No me engañe usted también recalcó el también. Usted se ha criado en mi casa, Julián, y para es usted como de la familia. Aquí no cuento con otro amigo. Aconséjeme.

El tío Tomás, sin embargo, meneando el fuego con un tizón, decía sentenciosamente: «El hombre que engañe a D. Félix no ha nacido todavía: de alguna parte saldrá ese dinero, aunque sea de las tiras del pellejo del pobre JuanAlgunas veces se vertían consideraciones filosóficas sobre el mundo y la sociedad: el problema de los intereses materiales era el único digno de atención.

Paso, paso, señor mío, exclamó la enamorada indiana, queriendo en vano que no saliese a su boca en una sonrisa de contento su alma, y a sus ojos en un volcán; que si seguís así, creeré que mentís, que no puede llegarse a un tal rendimiento de amor tan de súbito y por una mujer apenas vista, y por la primera vez de amores requerida; y luego, que yo tengo para mi, aunque puede ser que me engañe, porque yo de amores no entiendo, ni he querido entender nunca, que el amor para ser sublimado ha menester de todo punto ser correspondido.