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Actualizado: 19 de junio de 2025
Leímos al mismo tiempo los dos Rob Roy, Ivanhoe y Quintín Durward, y hablamos mucho de los personajes de las novelas del gran escritor. Yo encontraba a la hija del capitán cierto parecido con Diana Vernon, aunque Ana Sandow era más melancólica que la heroína de Walter Scott. Ana vivía a merced de los caprichos de su padre, viejo loco y egoísta, que no la dejaba hablar con nadie.
La intervención de Inglaterra en los mares le hizo imaginar un hambre espantosa, fulminante, providencial, que martirizaba á los enemigos. A los diez días de bloqueo marítimo creía de buena fe que en Alemania vivía la gente como un grupo de náufragos sobre una balsa de tablones. Esto le hizo menudear sus visitas á la cocina, admirando emocionado sus paquetes de comestibles.
Salvador reconoció la puerta de la casa que buscaba, y acercándose, preguntó si vivía allí el señor Pedro López, por otro nombre Tablas. Mientras el hombre se limpiaba el sudor, la hembra de los parches contestó que sí. La tiendecita ahumada donde estaba el puesto de buñuelos y aguardiente comunicábase con una lonja grande y espaciosa, donde había espléndido comercio de carne y salchichería.
Desde que le habían separado de su nodriza, no había visto más que dos seres humanos, su padre y su abuela, y vivía entre aquellos dos colosos como Gulliver en la isla de los gigantes. La viuda se había secuestrado voluntariamente para estar a su lado; hacía y recibía muy pocas visitas por miedo que alguna palabra imprudente traicionase su secreto.
Pero ¿quién proveía a Cristeta de dramas y comedias? En el piso principal de la misma casa del estanco vivía un editor, quien, por ser pequeña su habitación, tenía arrendado en la planta baja un cuarto, convertido en almacén de las obras que administraba.
Esta atención anhelante embarazaba a la esposa de Osorio, le hacía experimentar una turbación que, aunque leve, no dejaba algunas veces de ser visible. A medida que la enfermedad avanzaba, este afán de D.ª Carmen fué aumentando hasta convertirse en manía. Clementina representaba en la soledad moral en que vivía el único lazo de amor que la unía a la tierra.
Aquella dependencia absoluta en que estaba, aquel temor y zozobra en que vivía, ejercían sobre él cierta suave fascinación, un encanto irresistible. Después de gustarlo, por nada en el mundo quisiera que su dueño cambiase de condición y templase sus rigores. Ni se crea tampoco que los castigos de Petra le produjesen mucho dolor.
Al día siguiente Gasparón se puso a pedir limosna al pie de la soberbia casa donde vivía el fabricante. Allí está siempre junto a la verja de remates dorados, cerca de una ventana, tras cuyos cristales caen en amplios pliegues los cortinajes de seda: allí se le ve de sol a sol mostrando el muñón cicatrizado, destacándose el bulto haraposo de su cuerpo sobre la fachada de mármol, y llevando siempre colgado al cuello un cartelillo en que se leen estas palabras: INUTILIZADO EN LA FÁBRICA DE DON MARTÍN PE
Conservaba sin vender su casa solariega del lugar con sus antiguos muebles y dos criados. Si no vivía en ella, pensaba vivir más tarde, o bien porque don Acisclo podría faltar, o bien porque ya, entrada ella en años, nadie podría extrañar que viviese sola.
Cuando hablaba, sus palabras fluían de la boca raudas, interminables, con un dulce acento persuasivo que cautivaba y adormecía. El gracioso dejo de su charla andaluza realzado por una voz melodiosa como pocas obligaba á escuchar con placer las mil sentencias y graves consideraciones en que abundaba su discurso. Por lo cual vivía en el fondo de su alma apartada del mundo plebeyo que la rodeaba.
Palabra del Dia
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