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Blondas exquisitas, exquisitos bordados, jabones trasparentes, pomadas perfumosas, untos embrujados para que nazca el pelo, muñecos graciosísimos, preciosos juguetes, cuquerías envidiables; eso, : una revolucion moral, lenta, constante, trabajosa, concienzuda; un trabajo profundo y difícil; una creacion lógica, extensa, trascendental; una cosa grave, formal, seria, eso, no.

Ignoro si saldrá de los hijos del Cáucaso, de los agrestes y bárbaros Kalmukos; pero creo que no ha de salir de los franceses. Paris es una vieja que se mira al espejo, se ve el rostro lleno de arrugas y de lacras, y coge compotas, coge menjunges, coge untos, y se adoba y se alisa la cara, como el albañil alisa una pared.

Era de mediana edad, entre los treinta y cinco y los cuarenta, de no mala apariencia, agradable y sonriente el rostro, morena la color, agudas las facciones, sutil la sonrisa, la mirada rebuscona, y no mezquino el cuerpo; vivía de rasurar y rapar, entreteniendo durante el día sus ocios con el puntear de una vihuela morisca que le dejó su padre, ya harto usada por sus abuelos, y cantando como un ruiseñor las alegres canciones de la tierra, y las que él mismo componía, para lo que se daba muy buena gracia; comadreaba a las comadres de la vecindad, y, fuera de esto, las vendía untos y bebedizos, y las leía el sino, y las traía a todas engañadas y pendientes de sus labios; y a tal llegaba la fama de brujo y de hechicero del señor Viváis-mil-años, que más de una vez la Inquisición se había metido en sus asuntos, y había quien se acordaba de haberle visto con coroza y sambenito, luciendo su persona en un auto de fe.

El día en que trabajó Cristeta por primera vez, estuvo mal servido el estanco. Nadie pensó sino en hacer viajes o enviar recados a casa de la modista, autora del traje que había de sacar a escena, en peinar y repeinar a la nueva artista, y en prepararle una banasta para las ropas y una caja para los untos, cosméticos, polvos, mano de gato y otros afeites.

Se trata de dos miserables, de un hombre y una mujer: el hombre es un galeote huído, un hereje hechicero que vende untos, y hace ensalmos y presta á usura. Se llama Gabriel Cornejo y tiene una ropavejería en el Rastro. La mujer es comedianta, hermosa y joven, y se llama Dorotea. Vive en la calle Ancha de San Bernardo.

Ese hombre tendrá, pues, algo de ensalmador, y otro tanto de brujo... ; , señora; no tiene por donde el diablo le deseche. Bien; ¿y creéis que puedan encontrarse pruebas en su casa? Es probable... dientes de ahorcado, vasijas, untos... yo no lo he visto, pero lo supongo... ¡Y vos, tan cristiano, vos, criado del rey Católico, os tratáis con esa clase de gentes!...

Pedimos poco.... ¿Cómo pedir mucho, quien pide con miedo? ¿Cómo no tener miedo, quien se ve bloqueado de luces, fraques, corbatas blancas, y untos aromáticos, mientras que su bolsillo baja la cabeza, y oye estremeciéndose como el reo á quien se va á leer la sentencia? Pedimos poco, pero al fin pedimos....

¡Cuánto gallo viejo sin púas, forcejeando contra el tiempo en vano, con las armas débiles de los untos! ¡Cuánto ser insípido, abriendo la boca satisfecha y marchitando con su trato insoportable a tanta mujer linda y atolondrada que busca su ideal sin encontrarlo! ¡Cuánta mamá achatada por la gente que pasa, sirviendo de mojón en los sofás de lampás crema!

Esta credulidad, de que nunca participaron las personas verdaderamente cultas, va cediendo también hoy en el ánimo de las indoctas, pero no así la fe en innumerables agüeros, talismanes, amuletos, cábalas y untos, de aplicación medicinal y moral, para cuya enumeración y recetario sería preciso escribir un tomo en folio.

No se le conocía a Viváis-mil-años moza ni parienta de algún género, ni vicio que de reparar fuese; vivía solo, en paz y en gracia de Dios, como él decía, no embargante lo de los hechizos y los untos, que él negaba; y así iba pasando nuestro hombre sin crecer ni menguar, y siempre feliz y contento, y con una tal y tan peregrina salud, que él afirmaba que en todos los días de su vida no le había dolido ni una uña.