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Actualizado: 1 de junio de 2025


¡Cuánto gallo viejo sin púas, forcejeando contra el tiempo en vano, con las armas débiles de los untos! ¡Cuánto ser insípido, abriendo la boca satisfecha y marchitando con su trato insoportable a tanta mujer linda y atolondrada que busca su ideal sin encontrarlo! ¡Cuánta mamá achatada por la gente que pasa, sirviendo de mojón en los sofás de lampás crema!

Un corredor al centro, y a ambos lados, pequeñas divisiones que se aíslan fácilmente por medio de cortinas y tabiques ligeros; las camas están colocadas en el sentido del vagón. Anchas, limpias y abrigadas. En cada compartimento hay dos, una abajo y otra arriba; pero mientras no se tienden, los dos sofás, vis-a-vis, pueden contener cuatro personas.

Yo estaba sentado en uno de aquellos viejos sofás, al lado de Gloria. Le pregunté si quería bailar y me respondió que no sabía. En Andalucía, casi todas las jóvenes saben los bailes del país porque se les toma maestro o maestra para enseñarlos; pero a menudo ignoran los de sociedad, con ser mucho más fáciles. No importa; yo te enseñaré.

Los muebles de aquella sala eran de poco valor, pero cómodos y aseados. Las cortinas y el forro de los sillones, sofás y butacas, eran de tela de algodón pintada de flores; sobre una mesita de caoba había recado de escribir y papeles; y en un armario, de caoba también, bastantes libros de devoción y de historia.

Los sofás, que eran tres, no se hallaban arrimados á la pared como en todas las salas del mundo, sino que formaban en el medio un cuadrado abierto por uno de los lados, al modo que se ponen los bancos en las iglesias los días de funeral.

Tenía doña Luz dos primorosos escritorios antiguos, con cajoncitos y columnitas, llenos de incrustaciones de marfil, ébano y nácar; cómodos sillones y sofás; una chimenea francesa mejor construida que las otras que había en la casa; espejos, cuadros bonitos y un armario lleno de libros lujosamente encuadernados.

Te lo agradezco, Gracia; pero vuestros sofás de aquí, son muebles rellenos de estopas o crin: son de lo más duro e inconfortable que darse puede. Así son más frescos, hija mía dijo Rita, a cuyo lado se había sentado Eloísa en una estudiada postura.

A cada instante decía: «¿No piensa usted como yo?», y andando de un lado para otro, se tiraba con violencia en sillas y sofás para probar su blandura, se arrodillaba en el cojín de un reclinatorio, daba vueltas alrededor de un biombo, se reía como un salvaje, ponía el dedo en los bronces, acariciaba las mejillas de las ninfas doradas, decía chicoleos a las damas retratadas, y siempre que iba de una sala a otra, daba fuertes golpes con su bastón sobre el piso, como deseando que también la alfombra recibiese, con el lenguaje de los palos, la expresión contundente de la ira del pueblo... En tanto Isidora no le podía mirar.

Se coloca la vajilla en los aparadores, se cuelgan lámparas, se descuelgan las sillas y sofás, que de ordinario las tiene suspendidas en el techo, se clasifican, como Dios les da á entender vinos y conservas, y se pone á pública exhibición la saya que ha de lucir la capitana en la misa nang varas, y la que ha de ostentar en el primer rigodón oficial de la fiesta de la aniyaya nang bayan.

Me sentí despertar, y vi a mi amo arrojado sobre uno de los sofás de la cámara, con la cabeza oculta entre las manos en ademán de desesperación y sin cuidarse de su herida.

Palabra del Dia

irrascible

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