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Pensaba con impaciencia en las largas horas que debían transcurrir antes de que llegase la noche. Estaba resuelta á llamar á Robledo; pero éste, según las noticias de su criadita, se había ido con el comisario á la estancia de Rojas y no regresaría hasta el atardecer. Le era imposible seguir viviendo más tiempo en aquel pueblo. Que se quedase su marido, trabajando en los canales.

Además su miseria, su abandono, la preocupaban más que todo; su pensamiento principal era librar a sus tías de aquella carga, de aquella obra de caridad que cada día pregonaban más solemnemente las viejas. Quería emanciparse; pero ¿cómo? Ella no podía ganarse la vida trabajando; antes la hubieran asesinado las Ozores; no había manera decorosa de salir de allí a no ser el matrimonio o el convento.

Con estos planes e intenciones, la noche del día en que el Conde supo en el Ministerio de Hacienda quiénes eran sus desconocidas, hablaban éstas a solas en su pobre casa, mientras aguardaban a don Braulio, que estaba trabajando en la Secretaría. No te entiendo, Inesita decía doña Beatriz, sentada en una butaca enfrente de su hermana . Que yo no rabie, nada tiene de particular.

La mala semilla se encuentra en todas partesEl tono en que me dijo esto me dio qué pensar. Veo a dos pasos unas mujeres trabajando junto a una puerta, me acerco y pregunto: «¿Vive por aquí la BriffardeNo tardé mucho en oír más de lo que quería: una perdida, una arrastrada, con toda clase de vicios y miserias.

Por la mañana en la tienda de Graells, por la tarde en el Saloncillo, por la noche en su casa o en la de don Pedro Miranda, siempre trabajando. Su criado ocupaba una gran parte del día en cortarle unos tacos de avellano seco perfectamente iguales, de donde su mano diestra había de sacar la gala de los palillos.

La va trabajando el hábito, se olvida de misma, se resigna inconscientemente a la trivial realidad que el destino le depara. Sus necesidades espirituales son tan hondas como su incapacidad para resistir el ambiente que la rodea. Pesa sobre ella el fatalismo ancestral.

Juanita se viste bien o mal con lo que gana trabajando de modo honrado y lícito, y no estando vigentes en el día la pragmática contra la seda ni ningunas otras leyes suntuarias, no sólo de seda, sino de oro y de perlas puede vestirse Juanita si tiene dinero para comprar el vestido y si se le antoja engalanarse con él.

EVARISTA. ¿Le has visto? DON URBANO. . Allí le dejo trabajando en el despacho, con un tino, con una fijeza de atención que pasman. ¡Qué cabeza! EVARISTA. ¿Tiene noticia de la última voluntad del pobre Cuesta? DON URBANO. . DON URBANO. Si lo está, no se le conoce. Es tal su entereza, que ni en los casos más aflictivos deja salir al rostro las emociones de su alma grande...

Con tal sistema, y trabajando tres veces por día, lograba reunir algunos cuartos; mas no todo lo necesario para sus atenciones, que no eran pocas, porque Almudena se había puesto mal, y seguía en la caseta de las Pulgas. Nada cobraba el guarda-agujas por hospedaje del infeliz moro; pero había que llevar a este la comida.

Con la esperanza de brillar de nuevo en los teatros de la capital, había escrito diversas comedias y entremeses, trabajando cuanto pudo para que se representaran; pero todos sus esfuerzos fueron vanos, porque ningún director de teatros accedió á sus ruegos.