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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Habituada a la vida semirrural de Tetuán, sintió cierta inquietud viéndose empujada por el gentío en los alrededores de la plaza de la Cebada. Las vendedoras, con un par de limones en una mano o unos fajos de perejil, pregonaban sus mercancías a grito pelado.

Frente al Suizo, se colocaban los bolsistas, accionando en grupos, lamentándose de la decadencia de los negocios. Los pilluelos pregonaban á gritos los diarios recién llegados de Madrid.

Sujetose las sienes con las manos y estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibió las mejillas húmedas. Algunas lágrimas se habían deslizado entre sus pestañas. Una melancolía profunda invadió su alma. ¿Por qué? ¿Todas aquellas maravillas no pregonaban la grandeza del Creador?

No sabía cuáles eran, pero le atraía su despacho, con todo aquel decorado de arrogantes retratos, moñas arrancadas a los toros y carteles que pregonaban su fama.

En la calle de la Ruda tuvo que agarrarse del brazo de Isidro para poder andar sobre el asfalto resbaladizo, cubierto de hojas verdes, paja mojada y escamas de pescado. Mujeres de delantal mugriento, abombado por la voluminosa panza, pregonaban el buen repollo y la fresca escarola.

¿Pues?... ¡Ah, !... No me acordaba que debo presentarle a su Julieta... ¡Oh! ¡La juventud!... ¡el amor!... ¡Qué pena para ver esas cosas ya de lejos! añadió con un suspiro. Pero sus ojos codiciosos, atrevidos, dirigiéndose al mismo tiempo hacia una hermosa mujer sentada cerca del mostrador, pregonaban bien claro que no andaban tan lejos como decía.

Además su miseria, su abandono, la preocupaban más que todo; su pensamiento principal era librar a sus tías de aquella carga, de aquella obra de caridad que cada día pregonaban más solemnemente las viejas. Quería emanciparse; pero ¿cómo? Ella no podía ganarse la vida trabajando; antes la hubieran asesinado las Ozores; no había manera decorosa de salir de allí a no ser el matrimonio o el convento.

Allí el obeso comerciante, cuyo rostro complacido y sonriente, traje obscuro de fino paño y repleta escarcela pregonaban su riqueza y bienestar. Tras él modesta sirviente, llevando la encendida linterna que indicaba á su amo donde poner los pies sin grave tropiezo.

Pero si no sabemos gobernarnos nosotros mismos, ¿cómo hemos de gobernar al país? replicaba el inglés descargando golpes con la regla sobre el pupitre; lo que yo siento, es que aquí vamos a pagar justos por pecadores. En la calle el rumor de vehículos y transeuntes ensordecía; los muchachos pregonaban a grito herido los periódicos de la tarde.

Gabino Maza era hombre de unos cuarenta y cinco años de edad, oficial de la Armada, retirado antes de tiempo porque su carácter díscolo no podía sufrir la disciplina militar. De rostro moreno aceitunado, ojos pequeños y vivos con ojeras constantes que pregonaban su temperamento excesivamente bilioso.

Palabra del Dia

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