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El pobre más pobre puede siempre cosechar un repollo y ponerlo a hervir en su olla al amparo de cuatro tejas familiares. Difícilmente podrá encontrarse país alguno donde la propiedad esté tan distribuida como en Galicia. Hay fincas como una alcoba y otras como un pasillo.

BENITO. A mi cargo queda eso, y séle decir que por mi parte puedo ir seguro a juicio, pues tengo el padre alcalde; cuatro dedos de enjundia de cristiano viejo rancioso tengo sobre los cuatro costados de mi linaje: miren si veré el tal Retablo. CAPACHO. Todos le pensarnos ver, señor Benito Repollo. JUAN. No nacimos acá en las malvas, señor Pedro Capacho.

BENITO. Señora autora, aquí no os ha de pagar ninguna Antona, ni ningún Antoño; el señor regidor Juan #Tostado# os pagará más que honradamente, y si no el Concejo. ¡Bien conocéis el lugar por cierto! Aquí, hermana, no aguardamos a que ninguna Antona pague por nosotros. CAPACHO. ¡Pecador de , señor Benito Repollo, y qué lejos da del blanco!

CHIRINOS. Honrados días viva vuesa merced que así nos honra; en fin, la encina da bellotas, el pero, peras; la parra, uvas, y el honrado, honra, sin poder hacer otra cosa. BENITO. Sentencia ciceronianca, sin quitar ni poner un punto. CAPACHO. Ciceroniana quiso decir el señor alcalde Benito Repollo.

Yendo, pues, en él dando vuelcos a un lado y otro, como fariseo en paso, y los demás niños todos aderezados tras , pasamos por la plaza aún de acordarme tengo miedo y llegando cerca de las mesas de las verdureras Dios nos libre agarró mi caballo un repollo a una, y ni fué visto ni oído cuando lo despachó a las tripas, a las cuales, como iba rodando por el gaznate, no llegó en mucho tiempo.

En la calle de la Ruda tuvo que agarrarse del brazo de Isidro para poder andar sobre el asfalto resbaladizo, cubierto de hojas verdes, paja mojada y escamas de pescado. Mujeres de delantal mugriento, abombado por la voluminosa panza, pregonaban el buen repollo y la fresca escarola.

POLLO A LA MANCHEGA. Limpio, adobado y cortado en trozos el pollo, se fríe en manteca y aceite; se rehoga con cebolla, perejil, aceitunas y zanahorias; después de un ratito se agregan ajos, repollo, nabos, un poco de vinagre, especias y el caldo necesario. Se deja cocer a fuego lento.

BENITO. Digo que los envía Tontonelo, como ha enviado las otras sabandijas que yo he visto. CAPACHO. Todos las habernos visto, señor Benito Repollo. BENITO. No digo yo que no, señor Pedro Capacho. FURRIER. Ea, ¿está ya hecho el alojamiento?, que ya están los caballos en el pueblo. BENITO. ¿Qué, todavía ha salido con la suya Tontonelo?

BENITO. ¡Mirad qué ruiseñores y calandrias nos envía Tontonelo, sino leones y dragones! Señor autor, y salgan figuras más apacibles, o aquí nos contentamos con las vistas, y Dios le guíe, y no pare más en el pueblo un momento. #Tostada#. Señor Benito Repollo, deje salir ese oso y leones, siquiera por nosotras, y recebiremos mucho contento.

Bien puede ser que él, inútil como Mandarín en el Imperio del Sol, vaya a ser útil en otra tierra como odorante rosa o sabroso repollo. Matar, hijo mío, es casi equilibrar las necesidades universales. Eliminar en una parte el exceso para suplir en otra la falta. Penétrate bien en estas sólidas filosofías.