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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Vínosela otra vez a las mientes a la bella viuda, que aquel en quien había creído ver a la dichosa persona que la enamoraba, no había sido un hombre, sino un duende, que había tomado aquella apariencia para burlarla y atormentarla, y que, a causa de llevar ella la milagrosa medalla del Santo Oficio, el duende había huido; pero oyó a punto uno como resuello recio de persona que duerme, que allá de lo hondo del oscuro cuarto salía, cosa que doña Guiomar sintió más que si en efecto su enamorado se hubiese tornado en humo y desaparecido; porque quien de tal y tan sosegada y profunda manera se había dormido, cuando ella le había dicho que la esperase, no debía ser muy extremado en amar; que ella sabía muy bien, y a causa de él mismo, que el amor desvela, y tanto más cuanto se está más cerca del objeto amado, y en términos de duda y esperanza.

María, después de haber llorado, quedó sosegada y hasta contenta. Genoveva le dijo al oído, mientras bajaba el sacerdote del púlpito: Señorita, acabo de ver entre la gente a don César. La niña se inmutó ligeramente. El grupo comenzó a disolverse, extendiéndose por todo el ámbito del templo. La mayor parte de la gente acudió a la puerta en tropel, empujándose para salir.

Al verle de aquel modo y a Cecilia tan sosegada e indiferente, cualquiera trocara los papeles que ambos habían hecho en aquel triste episodio de amor. Las lenguas, en tanto, allá afuera, en las calles, en las tiendas, en las casas y en los paseos, no se daban punto de parada. El acontecimiento había causado profunda sensación en la villa.

»¡Que Dios le libre a un hombre de bien de que se ponga en tela de juicio su derecho a la camisa que lleve puesta; porque con eso solo, está en muy grave apuro de perderla! Se sorprendió mucho mi madre cuando entré en su habitación a saludarla. Contaba con hallarme en el temple en que me había despedido de ella la noche antes, y me veía tranquila y sosegada, como si nada me hubiera pasado.

Azorín y Sarrió han pasado unas horas en la ciudad sosegada. Y a otro día han regresado a Petrel. En la estación han visto cuatro monjas. Estas monjas eran pobres y sencillas. Una era alta y morena; tenía los ojos grandes y los dientes muy blancos; otra era jovencita, carnosa, vivaracha, rubia, menuda. Las otras dos tocaban en la vejez: cenceña y rugosa la una; gordal y rebajeta la otra.

Pero él seguía con su romance a cuanto le preguntaba. Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si tenía alguna herida; pero no vio sangre ni señal alguna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada.

De esta sosegada y pacífica existencia resulta, que la vida de nuestro poeta tiene en verdad pocos incidentes variados y no ofrece más interés que los de cualquier vulgar y oscuro fraile de aquellos que retirados en sus conventos veían deslizar los años iguales y monótonos.

Llegó el cuadrillero, y, como los halló hablando en tan sosegada conversación, quedó suspenso. Bien es verdad que aún don Quijote se estaba boca arriba, sin poderse menear, de puro molido y emplastado. Llegóse a él el cuadrillero y díjole: -Pues, ¿cómo va, buen hombre?

Aquellas buenas gentes, digo, unas subían a las más altas crestas de los montes, para divertir los ojos en la sosegada llanura del mar, que allá al lejos se parecía; otras se entraban por entre las arboledas y frutales de tanto huerto y jardín como cercaban la aldea, y aquí o allá grupos de mancebos granados o muchachos de corta edad se entretenían en jugar al mallo y en tirar la barra, o en soltar al aire pintadas pandorgas con la mayor alegría del mundo.

Pero con gran sorpresa observaron que ningún ruido turbaba la paz augusta del Alcázar. Parecía que la institución monárquica dormía aún en él, tranquila y sosegada, como en los buenos tiempos. En la mañana del 30, Cándida entró muy sofocada. «¿No saben lo que pasadijo antes de saludar. «¿Qué, señora, quépreguntaron todos con la mayor ansiedad, creyendo que algo muy estupendo había ocurrido.

Palabra del Dia

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