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Cuando las rosas mueren, el mundo se pone serio. Allá lejos, encaramado sobre la tapia ó al arrimo de la antigua pared, buscando la soledad, buscando la altura, esperando con ansia la sosegada noche, está el galán, el poeta sentimental, el romántico jazmín, en una palabra. Pálido y pequeño, toda su vida es alma. Le tocan, y cae del tallo.

Y con las dos peludas manos apretaba Robinsón con efusión paternal la mano de Currita. Lo , Butrón, lo , y por eso acudí a usted al punto dijo ella más sosegada . ¡Pero es horrible, horrible!... ¡Figúrese usted que todo lo que decían de mi nombramiento de camarera es cierto!... ¿Cierto? exclamó Butrón como si se le atragantase en el esófago el queso que antes parecía tragarse.

Sus coetáneos dicen que esta iglesia es un «maravilloso edificio», y las guías modernas confiesan que es «grandioso». Ni unos ni otros se equivocan. Ya parece que doña Teresa está medio sosegada; ha gastado casi toda su fortuna en buenas obras, y esto da tranquilidad de ánimo.

El gran satírico de Roma lo consigna en sus versos: Pocos son los tiranos y los reyes que descienden al infierno con muerte sosegada y pacífica y sin violencia ni sangre. La religión de Cristo ha mitigado este furor de celebridad.

Allí el pobre coloso creyó poder vivir tranquilo, no suponiendo que los hombres fuesen tan locos que lo persiguieran hasta en aquellas apartadas regiones. La pobre ballena dormía muy sosegada, cuando nuestros atolondrados héroes se acercaron á ella cautelosamente.

Anduvo algunos días el Armada Fortuna acá y allá yendo y viniendo; Despues, la mar estando sosegada, Navega, en breve tiempo descubriendo La tierra tan de todos deseada. Y sin saber están, yendo diciendo, ¿Qué tierra puede ser la que se via? Paró el Armada allí, que anochecía.

Tan anhelantes estaban las dos, que se acercaron a la puerta de la alcoba por ver si pescaban alguna sílaba de lo que el padre y el hijo hablaban. Pero no se percibía nada. La conversación era sosegada, y a veces parecía que Juan se reía. Pero estaba de Dios que no pudieran salir de aquella cruel duda tan pronto como deseaban.

Mauricia parecía melancólica y sosegada. «¡Qué señora esa! exclamó Fortunata . ¿Habrá nacido de madre como nosotras?».

Sólo hay noticias muy escasas acerca de los últimos años de su vida, sin duda porque llevó una existencia sosegada y tranquila, consagrado por completo á la religión y á las musas. A falta, pues, de descripciones más interesantes é instructivas, que tan deseadas son cuando se trata de hombres eminentes, se leerá, acaso, como dato curioso el que sigue, de una antigua obra francesa de viaje .

Déjeme, señor, sosegada; no trate de sacarme de mis casillas. ¡Jesús!, bonita se pondría doña Inés llegase a entender que vuecencia andaba requebrándome y que yo le oía faltando al decoro que se debe a esta casa tan respetable. Y con estas palabras o con otras por el estilo se apartaba Juanita de don Andrés y se iba a otro extremo de la antesala.