Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
No obstante, cerca del nacimiento el agua va por tierra llana, con sosegada corriente y apacible murmullo, sin que haya ruido mayor en aquella amena soledad que el que produce el nacimiento mismo; el golpe del agua que brota de la peña y cae dentro de la gruta. Á la orilla del estanque rústico hay varios sauces, y junto al tronco del más alto y frondoso un poyo ó asiento de piedra.
Pero ésta, adivinando que aquellos amoríos no interesaban ya su corazón inconstante, quedó sosegada y tardó poco en recuperar su buen humor habitual. Flora quería ir á lavar al río. Así lo había convenido con Demetria para juntarse las dos y pasar algunas horas de charla. Sin manifestar lo último á D.ª Robustiana, le propuso lo primero.
Aquella primera parte de la sentencia pareció terrible á los monjes, especialmente á los más ancianos, acostumbrados como estaban á la vida sosegada de la abadía, fuera de la cual se hubieran visto tan desamparados y desvalidos como niños abandonados á sus propias fuerzas.
Mas ¡qué puede ser sino que sois hembra, y no podéis estar sosegada; que mal haya vuestra condición, y la de todas aquellas a quien imitáis! Volved, volved, amiga; que si no tan contenta, a lo menos, estaréis más segura en vuestro aprisco, o con vuestras compañeras; que si vos que las habéis de guardar y encaminar andáis tan sin guía y tan descaminada, ¿en qué podrán parar ellas?
Pero León Guzmán, una vez sosegada la risa, pudo con maña retirarse un poco y entablar conversación aparte con Esperancita. Esto llenó de dolor y sobresanó a Ramón. Hacia días que venía observando que el conde de Agreda miraba con buenos ojos a su dueño adorado. Considerábale más temible que a Cobo, por ser hombre de brillante posición.
Como advirtiera la dama en los ojos de su interlocutora una lucidez y movilidad singularísimas, sospechó si aquella mujer padecería enajenación mental. Su tono y su mirar eran muy extraños, impropios del lugar y de la sosegada conversación que ambas sostenían. «A esta mujer hay que dejarla pensó Jacinta ; me callaré». Guardaron silencio un rato mirando al suelo.
Si no me engaña el pensamiento mio, O salen mentirosas las señales, Que haveis visto en Numancia, del estruendo Y lamentable son, y ardientes llamas, Sin duda alguna que recelo y temo Que el barbaro furor del enemigo Contra su propio pecho no se vuelva: Ya no parece gente en la muralla, Ni suenan las usadas centinelas, Todo está en calma y en silencio puesto Como si en paz tranquila y sosegada Estuviesen los fieros Numantinos.
La cuarta nave tuvo mejor suerte, porque corriendo fortuna, pudo desembocar otra vez al mar del norte, y sosegada la tempestad, volvió á envestir al Estrecho, y llegó al parage donde se habian perdido las compañeras, hallando en aquellas riberas la gente que se habia salvado en tierra: los que viendo la nave, comenzaron á hacerle señas, y á gritar á los que iban dentro, pidiéndoles que los recibiesen: pero que no lo hicieron, porque los bastimentos que habian quedado eran tan pocos, que temian no bastasen aun para los del navio.
Doña Blanca escuchó impasible, y al parecer muy sosegada, todo el sermón del buen fraile. Al ver que no seguía, dijo, después de un instante de silencio: Aun conviniendo en que casarse con un hombre de bien, lleno de afecto y de juicio, fuese una penitencia, fuese una cruz, Clarita la debiera llevar y resignarse.
El reverso de su hermana Carlota, tan redondita, tan sosegada, de una pasta tan excelente que no había medio de alterarla. No era bella, al decir de los inteligentes; su nariz no estaba bien modelada; los labios eran demasiado gruesos.
Palabra del Dia
Otros Mirando