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La idea de desprenderse de algo suyo por otro medio de enajenación que no fuese la compra-venta, era para él casi incomprensible. Sus limosnas tenían por esto un mérito muy superior a las de otras personas. Cuando entró en el costurero manifestaba en el rostro señales de hallarse conmovido.

Vieta pasa sin interrupcion dias y noches absorto en sus combinaciones algebráicas y no se acuerda de propio, hasta que le arrancan de tamaña enajenacion sus domésticos y amigos; Leibnitz malbarata lastimosamente su salud, estando muchos dias sin levantarse de la silla.

El delirio no se presenta sino á consecuencia de cefalalgias congestivas sostenidas por mucho tiempo; pero lo que se ha observado, es la enajenacion mental con visiones espantosas y desesperacion.

Medité, pues, y resolví luego lo que cumplí más tarde y fue: hacer donación al pueblo de la parte de nuestro jardín sobre el cual se elevara el sepulcro, con la obligación de impedir la profanación o la enajenación de ellos; y porque esta carga no resultase jamás onerosa a la parroquia, yo me encargaba en cambio de concederle sobre la colina, al lado de la iglesia, el terreno para construir una casa rectoral que le hacía falta.

Haría tan mala obra en un momento de enajenación mental; pero Fausto debió preverlo, y en vez de ir á retozar con las brujas, poner á Margarita en una buena casa, cuidarla y darle bien de comer, y separar al niño de su lado para que no hubiese aquel estropicio que después hubo.

Pero yo, bien porque la sangre juvenil no podía aplacarse fácilmente, bien porque no observé a tiempo la entrada de mi ama, seguí en medio del cuarto demostrando mi enajenación con frases como éstas, pronunciadas con el mayor desparpajo: ¡la mura a estribor!... ¡orza!... ¡la andanada de sotavento!... ¡fuego!... ¡bum, bum!... Ella se llegó a furiosa, y sin previo aviso me descargó en la popa la andanada de su mano derecha con tan buena puntería, que me hizo ver las estrellas.

Como advirtiera la dama en los ojos de su interlocutora una lucidez y movilidad singularísimas, sospechó si aquella mujer padecería enajenación mental. Su tono y su mirar eran muy extraños, impropios del lugar y de la sosegada conversación que ambas sostenían. «A esta mujer hay que dejarla pensó Jacinta ; me callaré». Guardaron silencio un rato mirando al suelo.

Si hubiera tenido alas, me hubiera lanzado al infinito luminoso sin acordarme de ella, aunque esto parezca una contradicción inverosímil. Esta especie de enajenación desapareció cuando la voz de Pepita a mi espalda: ¡Considera, alma cristiana, en esta primera estación...! Volvía la cabeza riendo, y mis ojos tropezaron con los de Gloria, que los apartó al instante.

Yo pensé que estaba loco, y cuando le vi bajar del calesín, acercarse a la playa e internarse por ella hasta que el agua le cubrió las botas, corrí tras él lleno de zozobra, temiendo que en su enajenación se arrojase, como había dicho, en medio de las olas.

»Carlos estaba a mis pies, y cubría mis manos con sus besos... En mi turbación, en la enajenación de mis sentidos, percibí el ruido que hacía una puerta al abrirse. Un momento después, el conde de Pópoli estaba detrás de nosotros, nos miraba. Si hubiesen ustedes conocido lo violento de su carácter, comprenderían el furor que se apoderó de él.