Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 21 de junio de 2025


A pesar de que la gente pensaba que no había peligro para la niña, producía una horrible impresión ver las grandes y peludas garras del animal sobre las espaldas débiles de la niña. Después del número sensacional que no entusiasmó al público, entró la mujer en la jaula del león. La fiera debía estar enferma, porque la domadora no halló medio de que hiciese los ejercicios de costumbre.

Y con las dos peludas manos apretaba Robinsón con efusión paternal la mano de Currita. Lo , Butrón, lo , y por eso acudí a usted al punto dijo ella más sosegada . ¡Pero es horrible, horrible!... ¡Figúrese usted que todo lo que decían de mi nombramiento de camarera es cierto!... ¿Cierto? exclamó Butrón como si se le atragantase en el esófago el queso que antes parecía tragarse.

750 Después de las trasnochadas allí venía a descansar; yo desiaba aviriguar lo que tuviera escondido, pero nunca había podido, pues no me dejaba entrar. 751 Yo tenía unas jergas viejas, que habian sido mas peludas; y con mis carnes desnudas, el viejo, que era una fiera, me hechaba a dormir ajuera con unas heladas crudas.

Necesitaba ser ofensivo para vivir; inspirar respeto á los monstruos devoradores, especialmente á los pulpos, que buscaban la presa de su busto y sus patas peludas, asomadas por la locomoción fuera de la torre. Una anémona de mar venía á fijarse en la cúspide calcárea: á veces llegaban á ser cinco ó seis. Ninguna relación corporal existía entre el paguro y los organismos de arriba.

¡No hay más que víboras! ¡Mi casa está llena de víboras! ¡Al lavarme había tres enroscadas en la palangana! ¡En el forro del saco había muchas! ¡Y hay más! ¡Hay otras cosas! ¡Mi mujer me ha llenado la casa de víboras! ¡Ha traído enormes arañas peludas que me persiguen! ¡Ahora comprendo por qué me espiaba día y noche! ¡Ahora comprendo todo! ¡Quería irse por eso! #7.15 a.m.#

Pepazos era un Alcides capaz de echarse sobre sus hombros fornidos el mismo peñón de Bejos a poco que se le hurgara el amor propio; coloradote, mofletudo, con las cejas unidas y muy peludas sobre unos ojazos de buey. Ese pulía y remataba «zapitas», que con ser la que menos capaz de dos azumbres de leche, no se veía sobre sus muslos bombeados y entre sus manos grandonas.

Había piernas blancas desnudas asomándose a las ventanas de un pantalón que a pedazos se caía; había zancas negras, esbeltas cinturas ceñidas por sucia cuerda o por tirajo informe; chaquetones que fueron de abuelos, y calzones que fueron mangas; blusas que aún se acordaban de haber sido chalecos; gorras peludas que fueron, ¡ay!, manguito de elegantes damas.

Palabra del Dia

dermatológicas

Otros Mirando