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1044 Y aquellos años dichosos trataré de recordar; veré si puedo olvidar tan desgraciada mudanza, y quien se tenga confianza tiemple, y vamos a cantar. 1045 Tiemple y cantaremos juntos; trasnochadas no acobardan. Los concurrentes aguardan, y porque el tiempo no pierdan, haremos gemir las cuerdas hasta que las velas no ardan.

No había hombre más azucarado y mantecoso en conversación con las damas, ni jamás tuvo galán un surtido más numeroso de requiebros para soltarles. En casi todos ellos jugaba mucho papel el fuego de la pasión, la pérdida del albedrío, el aliento perfumado, los latidos del corazón y otras cuantas lindezas análogas, todas trasnochadas. Esto en cuanto a las señoras.

750 Después de las trasnochadas allí venía a descansar; yo desiaba aviriguar lo que tuviera escondido, pero nunca había podido, pues no me dejaba entrar. 751 Yo tenía unas jergas viejas, que habian sido mas peludas; y con mis carnes desnudas, el viejo, que era una fiera, me hechaba a dormir ajuera con unas heladas crudas.

Más seriedad y más contracción al estudio; la vida que llevaba, no era conveniente para un mocoso que no tenía pelo de barba; aquellas trasnochadas frecuentes, sobre todo, debían concluir, por su salud y por su nombre.

¡Oh y qué marejada hubo en casa de la Lage por espacio de una quincena! Entrevistas con el padre, cuchicheos de las hermanas entre , trasnochadas y madrugonas, batir de puertas, lloreras escondidas que denunciaban ojos como puños, trastornos en las horas de comer, conferencias con amigos sesudos, curiosidades de dueña oficiosa que apaga el ruido de su pisar para sorprender algo al abrigo de una cortina, todas las dramáticas menudencias que acompañan a un grave suceso doméstico.... Y como en provincia las paredes son de cristal, se murmuró en Santiago desaforadamente, glosando los escándalos ocurridos entre las señoritas de la Lage por causa del primo. Se acusó a Rita de haber insultado agriamente a su hermana porque le quitaba el novio, y a Carmen de ayudarla, porque Nucha reprendía su ventaneo. Se censuró a Nucha también por falsa e hipócrita. Se le royeron los zancajos a don Manuel, afirmando que había dicho en toda confianza a persona que lo repitió en toda intimidad: «El sobrino no me había de salir de aquí sin una de las chicas, y como se le antojó Nucha, hubo que dársela». Se aseguró que las hermanas no cruzaban ya palabra alguna en la mesa, y lo confirmó ver a Rita en paseo sola con Carmen delante, mientras el primo seguía detrás con don Manuel y Nucha.

A las tres de la tarde hallábase abierto de par en par el mirador de cristales del gabinete que ya conocemos, y el sol entraba a raudales, llenándolo todo de luz, de colores y de reflejos. La marquesa amaba el sol y el aire con la pasión con que los aman los pobres, y odiaba ese misterioso y coquetuelo petit jour en que se refugian las beldades trasnochadas para ocultar los estragos del tiempo.