Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de junio de 2025


Por delante de ellos pasó en rauda y lúgubre visión toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz encorvada y cortante como el pico de un águila. Jamás le había visto sonreír. Sólo le hablaba para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tenía más amigos que dos o tres clérigos, con los cuales le oía abominar del liberalismo y la impiedad moderna.

Mejor dirías ordeno y mando dijo el conde soltando una carcajada. ¿Qué le parece a usted de la princesita? ¿Sabe o no sabe mandar? Yo me contenté con sonreír. La tía Tula prosiguió la joven, sin hacer caso te quiere mucho. Estoy segura de que hará lo que le aconsejes. ¡En seguida! ¡Si no la he visto hace un siglo! No importa.

Como en general no se sabe hablar de nada, sino de intrigas amorosas, como no se habla de artes, de ciencias, de cosas útiles, como ni de política se entiende, no se puede uno dirigir ni sonreír tres veces a una mujer; no se puede ir dos veces a su casa sin que digan: «Fulano hace el amor a Mengana». Esta expresión pasa a sospecha, y dicen con una frase por cierto bien poco delicada: «¿Si estará metido con FulanaAl día siguiente esta sospecha es ya una realidad, un compromiso.

D. Pedro salió mirándonos con altanera soberbia, que nos hizo sonreír a todos menos a doña Flora, la que reprendió al inglés su deseo de sujetar a nuevas pruebas la quebrantada osamenta del héroe del Condado.

Temía, por lo que ya he dicho, volver a las conversaciones íntimas, y no se me ofrecía en aquel instante objeto de qué tratar. Noté que Gloria me miraba con frecuencia, sonreía levemente, bajaba la vista y otra vez volvía a mirarme y sonreír, moviendo los labios un poco, cual si le viniesen deseos de decirme algo y no se atreviese.

Con el mismo ritmo con que las chulas cantan «la falda de percal planchá», moviendo las caderas, un alumno cantaba las dificultades del Derecho Natural con tanta gracia, que hasta parecía sonreír el sombrío San Ignacio que volaba en el techo.

Gustaba de sonreír con gestos de misteriosa complicidad a los pacíficos señores que pasaban junto a ella con sus familias. Después reía como una loca pensando en las querellas conyugales que estallaban al volver a casa aquellos matrimonios honrados y solemnes que ella había tratado cuando vivía con su esposo.

Luego dijo esforzándose por sonreir: Me alegro, me alegro con toda mi alma. Sería un villano si otra cosa hiciese. Porque yo, al fin, te ofrecía una posición honrosa en el mundo, mientras él te ha colocado en una situación bien triste... Pero si yo me alegro de esa situación interrumpió Soledad con tonillo colérico. ¡Lo ! ¡lo !... No te esfuerces en convencerme respondió él con amargura.

La contra es que no tengo revólver... Me tiraré por el balcón... No, eso no; ¡me haría una tortilla!... Vamos, que el corazoncito me anuncia secretaría... Ánimo, chico, que hoy te va a sonreír la suerte». El director era hombre muy expeditivo, y sin hacerle sentar le dijo: «Amigo Rubín, usted es listo y me conviene usted...».

Al fin, pasando por su hermoso rostro una ráfaga de ternura, después de mirar rápidamente a todos lados, se acercó a él, le pasó un brazo por la espalda y le dijo con acento cariñoso: Y ahora que estamos solos por última vez y que nadie nos ve, ¿no nos despediremos de un modo más efusivo? ¿Cómo quieres que nos despidamos? respondió él mirándola y haciendo un esfuerzo supremo para sonreír.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando