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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Había ayudado á la implantación del ataque submarino en el Mediterráneo... Pero cuando el capitán español contó cómo había sido él una de las primeras víctimas, cómo había muerto su hijo en el torpedeamiento del Californian, el juez pareció conmoverse, mirándolo con ojos menos severos. Luego relató su encuentro con el espía en el puerto de Marsella.

¡Madrina! ¡ven, madrina!... Mira, Paula y Concha me han cortado el pelo. Amalia avanzó algunos pasos por la estancia y, evitando la mirada de la niña, fijó los ojos severos en su cabeza, y dijo con imperio y frialdad: No está bien así. Córtelo usted al rape. Y se alejó con la frente fruncida. Josefina, atónita, la siguió con los ojos.

Las libertades municipales y el individualismo fecundo han hecho á esos pueblos laboriosos, reflexivos en todo, celosos de hacer respetar el derecho, íntegros y severos en el cumplimiento de todo compromiso.

Dueña, pues, de misma y con sereno juicio; alegre por carácter, cortés por educación, y tomando a broma los galanteos y a diversión las flaquezas de los demás, no es extraño que en sus procedimientos, en su conducta y en su lenguaje, abundaran más las notas de color alegre, si vale el símil, que los tonos severos de las naturalezas profundamente sensibles y reflexivas.

Nos espiaban con ojos severos, nos seguían, apartándonos con invisible zarpazo al menor intento de desviación en la ruta.

Al fin de la nave de la Epístola hay una puerta con espaciosa escalinata, por donde se baja á la sala de capítulos: contiguo á esta un recinto, que cubre un domo árabe octógono decorado con ocho fajas, paralelas de dos en dos enlazándose bellamente, y al cual se llega por debajo de dos arcos robustos y severos, apuntado el uno, de herradura el otro. ¿Es este edificio anterior á la fundación del convento?

«¿Yo, parecerme a Marta? pensé ¿Cuándo me habré parecido a MartaPero no continuó, ella no era tan alta, sus cabellos eran más claros, no tenía esa expresión tan altiva, y... no miraba con ojos tan severos. ¡Ah, Dios del Cielo! me dije. ¿Acaso nunca has visto los ojos de Marta?

A pesar de los sufrimientos de su esclavitud, cada día mayores, Simoulin decía de pronto, mirándole con ojos severos: Pero ¿dónde tenía usted la cabeza?... ¿Qué se propuso usted al lanzar aquellos gritos absurdos?... ¿Quería usted mi muerte y la de tantos infelices? Al terminar la guerra recobró poco á poco la ciudad su antiguo aspecto.

Ya se contemplan con recogimiento los severos cuadros de Ribera, profundamente filosóficos; ó se admira la frescura lozana de las creaciones de Alonso Cano.

He sabido que no era ya superiora por la monja que salió a abrirme en el colegio; una monja guapa, por cierto, con ojos muy severos y acento extranjero. ¡Ah, ! La hermana Desirée. Mal genio debe de tener. ¡Condenadísimo! No somos amigas. Cuando era educanda no me dejaba vivir. Hasta que un día vino el trueno gordo, ¿sabes?, quiero decir, hasta que le rompí la cabeza.

Palabra del Dia

ciencuenta

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