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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Las fórmulas, por cuya virtud se hacían, estaban custodiadas en los colegios sacerdotales y en los Palacios de los Faraones. Los profanos ó no iniciados no podían valerse de estas fórmulas, ni poseerlas escritas, sin exponerse á muy severos castigos.

De repente estalló un coro de rumores cavernosos que hizo estremecer el aire, despertó los ecos mas severos en la mole cóncava de piedra y nos obligó á todos no solo á enmudecer sino á suspender la respiracion. La montaña de plomo comenzaba á llenar con su voz múltiple todos los senos de la montaña artificial de piedra.

El general experimentaba impulsos de ternura, nunca sentidos, escuchando referir o presenciando y oyendo rasgos y respuestas del chico, que no pasaban de meras insolencias infantiles y que a él se le antojaban claros indicios de ideas sanas, principios severos y voluntad enérgica. Pepito era indudablemente a sus ojos un caso notabilísimo de atavismo. Los procedimientos de fuerza le encantaban.

La joven se ingeniaba entonces para agradar á la terrible solterona, la hablaba con amabilidad y trataba de arrancar una sonrisa á sus labios severos y una caricia á sus manos nerviosas. Una tarde de julio, estaban juntas en aquel sitio, cuando oyeron sonar en la plaza risas estrepitosas, acompañadas de piafar de caballos.

Bien puede ser también que el favorable aspecto bajo el cual veo yo dichos y hechos, y que mi confianza en los destinos de la patria y en el mejor término y desenlace para los conflictos y apuros en que se encuentra hoy, agraden y consuelen á quien me lea, con lo cual me daré yo por bien pagado y justificaré razonablemente el haber reunido estas obrillas que los críticos severos y los que no me quieran bien calificarán por lo menos de insignificantes.

Pero ¿quién es ese hombre alto, moreno y de aspecto temeroso, que está hablando ahora? Le aseguro a usted que ese modo de charlar me gusta. Es el Sr. García Herreros, diputado por Soria. La atención del Congreso estaba fija en el orador, uno de los más severos y elocuentes de aquella primera fecunda hornada. Profundo silencio reinaba en el salón lo mismo que en las tribunas.

Palabra del Dia

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