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Actualizado: 13 de mayo de 2025
El delito es obra de la nihilista, si no ha sido cometido por Zakunine; ¡si la nihilista es inocente, Zakunine es el reo! ¡El apasionamiento de usted no constituye una prueba! ¡Mientras no me traiga usted una prueba más válida de sus apasionadas afirmaciones, por muy severos que queramos ser con los acusados, no podremos hacer otra cosa que absolverlos a ambos, por falta de indicios!
Era una casa muy grande, situada, si no en el barrio más desierto, en el más serio de la ciudad, rodeada de conventos y dotada de un jardincito que languidecía en la sombra de las altas paredes que lo circundaban. Había amplias habitaciones sin aire y con escasa luz, severos vestíbulos, una escalera de piedra que giraba en oscuro hueco y muy poca gente para animar todo aquello.
Y sin embargo, para el hombre que tiene buen sentido y conoce la vida no es menos censurable. Las novelas de ciertos autores franceses, dedicados á entretener á las clases elevadas, no suelen contener grandes faltas de inverosimilitud material; en cambio contra la moral pecan casi constantemente. Los mismos naturalistas son mucho más severos para aquélla que para ésta.
No vio las almas feas tras los rostros hermosos, las almas cínicas tras los rostros severos, las almas tristes tras los rostros cómicos... Sin pensar en las almas, deleitábase ahora con los rostros hermosos, se edificaba con los severos, se divertía con los cómicos, y en todos hallaba su mérito y su interés. La alegría volvió a su corazón.
Ya había tenido ocasión de conocer a más de una de esas eslavas de alma misteriosa, de esas jóvenes que en la flor de la edad, tras de estudios más que severos, persiguen con férreo corazón un trágico ideal, y por él, para asegurar su triunfo, no solamente sabían desafiar y vencer toda clase de resistencias y obstáculos, sino también sacrificar la vida.
No es lícito persuadir cuando no es lícito convencer; cuando la conviccion es un engaño, la persuasion es una perfidia. Esta doctrina es severa, pero indudable; los dictámenes de la razon no pueden ménos de ser severos, cuando se ajustan á las prescripciones de la ley eterna, que es severa tambien porque es justa é inmutable.
Desde el corredor alto se veía parte del Campo de Guardias, el Depósito de aguas del Lozoya, el cementerio de San Martín y el caserío de Cuatro Caminos, y detrás de esto los tonos severos del paisaje de la Moncloa y el admirable horizonte que parece el mar, líneas ligeramente onduladas, en cuya aparente inquietud parece balancearse, como la vela de un barco, la torre de Aravaca o de Húmera.
Durante el almuerzo, Isabel me dio cuenta de los trabajos de su padre en mi favor. El conde no estuvo tan expansivo y locuaz como la otra vez. Se conocía que algo le preocupaba, tal vez una pérdida grave en el juego de la noche anterior. Siguiendo los impulsos de su carácter, atacó bruscamente la fortaleza, reprobando en términos severos la estancia de Gloria en el convento.
Lázaro buscaba la verdad en todas partes; en los grandes escritores paganos, como en los Padres de la Iglesia; en los heresiarcas más ilustres y los ortodoxos más severos; en los mantenedores del sentimiento religioso y en los descreídos pensadores modernos.
Era el párroco un hombre de cincuenta años de edad próximamente, alto, seco, moreno, cabellos negros aún, revueltos y crespos, los ojos vivos y severos, la expresión de su rostro franca y resuelta. A pesar de la dureza que en él se notaba inspiraba confianza y simpatía desde luego. Parecía un veterano afeitado y con los hábitos de sacerdote. Su casa estaba próxima.
Palabra del Dia
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