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Actualizado: 13 de mayo de 2025
El convento, con sus grandes, severos y angulosos lineamentos, estaba en armonía con el grave y monótono paisaje; su mole ocultaba el único punto del horizonte interceptado en aquel uniforme panorama. En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar, situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.
Es la puerta de una alcoba, y dentro de ella ya es posible observar los contornos severos de una cama de ébano, obra al parecer del siglo XVII. Contrasta lastimosamente con la majestad de esta cama la mesilla de noche de humilde aspecto y exiguas proporciones.
Donde quiera los graciosos campanarios de bonitas iglesias, la estructura de las casas, las numerosas arboledas y la disposicion de los objetos ofrecen á la vista del viajero paisajes pintorescos, que contrastan con los severos de las montañas y los valles alpestres. Winterthur, situada casi en la mitad del trayecto, es la única villa ó pequeña ciudad importante en que se toca.
Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los ojos grandes, severos, de párpados caídos. No sonreía jamás. Hablaba constantemente con acento de mal humor, como hombre desengañado de todo.
Recuérdense sus comedias de capa y espada, y en todas ellas se nos ofrecen los mismos resortes dramáticos: celos de amantes de ambos sexos; luchas del amor con sospechas de padres ó hermanos severos, ó con los deberes de amigos ó de súbditos; disfraces de mujeres con el velo; mudanzas de domicilio y de nombre; entradas secretas y casas de dos puertas.
Como era país neutral, libre de los severos reglamentos impuestos por la guerra, las gentes afluían á él en busca de una existencia menos dura. Además, los administradores de su célebre Casino procuraban que los víveres, el carbón y la luz fuesen más abundantes que en las vecinas poblaciones francesas.
El tío Goro suspendió la lectura y miró á su mujer con ojos severos, donde se traslucía la emoción con trabajo reprimida. Nolo se había puesto pálido y miraba al suelo fijamente. Bueno... basta, mujer... Al cabo siguió la lectura. «...porque siempre deseaban verme gorda. Pues sabrá, madre, cómo las señoras me han traído á un colegio, porque dicen que en casa aprendo poco.
Mas de pronto, acordándose el valentón de lo que había sido, y encendiéndose su sangre toda ante la idea de que iba á morir sin honra ni provecho, tuvo un arrebato vehementísimo, y sacando un cuchillo que oculto llevaba, fué su primera acción acometer al alcaide de la cárcel, Antonio Brito, que estaba más próximo, hiriéndole de una terrible puñalada que lo derribó, y al punto, sin perder instante, cogió una espada á otro sujeto, y armado de ella subió las gradas del estrado con intención de asesinar á sus severos jueces.
Discípulos de Hipócrates, juristas, ministros del altar, notables hombres legaron de la patria las conquistas de su saber y sus preclaros nombres. Madre y maestra de las almas, digna del nombre singular de Benavides , en cuyas nobles y proficuas lides fué siempre la verdad una consigna, en nombre de sus cánones severos, luchó con entereza por los fueros de la verdad.
Se acabaron las miradas feroces, los gestos severos, las mudas escenas entre madre e hijo, que presenciaban con temor los íntimos de la casa. Ya no iba a la casa azul; lo sabía con gran certeza, gracias al espionaje gratuito con que la servían las gentes afectas a la familia.
Palabra del Dia
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