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Actualizado: 11 de julio de 2025


Todo lo contrario, señora; así se me ofrecerá la ocasión de darme más exacta cuenta de la fisonomía. ¡Tanto mejor!... soy por naturaleza muy habladora... ¿no es verdad, Beatriz? Yo no me quejo, señora dijo Beatriz sonriendo débilmente. ¿Ve usted, señor? no se queja pero asiente. El piafar de los caballos acompañado de un tumulto de risas y de voces anunció que la cabalgata estaba de vuelta.

El piafar de los caballos y el ruido de las ruedas, me advirtieron á los pocos momentos que llegaba la diva. El portero se adelantó para ayudarla á bajar, se abrió la portezuela, y Jenny, cubierta de pieles, descendió ligera, enseñando una pierna admirable.

Era el animal de pura raza española, y hacíale el jinete piafar, caracolear, revolverse, con gran maestría de la mano y la espuela; como si el caballo mostrase toda aquella impaciencia por su gusto, y no excitado por las ocultas maniobras del dueño. Saludó Mesía de lejos y no vaciló en acercarse a la Rinconada, hasta llegar debajo del balcón de la Regenta.

Metidos en Nínive y Babilonia, el tiempo corría insensible, mientras el Egipto, a dos pasos, nos miraba gravemente con los grandes ojos de sus esfinges de piedra o nos parecía oír piafar los caballos del Parthenón en los mármoles de lord Elguin... ¡Qué impresión causan, no ya la inscripción grandiosa que conserva en pomposo estilo la memoria de los gloriosos hechos de un Rhamsés o de un Sennachérib, sino esos simples ladrillos rojizos, donde, ahora quince o veinte mil años, un asirio humilde consignó en caracteres cuneiformes las cláusulas de un oscuro contrato de venta o la escritura de una hipoteca!

Casi no se advertía más movimiento que el piafar de los caballos y el batir continuo de sus colas espantando las moscas bravas y a ratos el «gué»... «gué»... de alguna gallina que salía de los pastos en busca de su nidal; ¡pero en medio del sopor de aquella hora bochornosa una racha helada cruzaba por la estancia!...

, , pasad por allí una noche obscura dijo el señor Macey parpadeando misteriosamente los ojos , y después haced creer, si queréis, que no habéis visto luces en las caballerizas y que no habéis oído el piafar de los caballos ni el chasquear del látigo, ni aullidos, cuando empieza a clarear el día.

La joven se ingeniaba entonces para agradar á la terrible solterona, la hablaba con amabilidad y trataba de arrancar una sonrisa á sus labios severos y una caricia á sus manos nerviosas. Una tarde de julio, estaban juntas en aquel sitio, cuando oyeron sonar en la plaza risas estrepitosas, acompañadas de piafar de caballos.

Cuando Zorraquín oyó el piafar de los caballos, no supo lo que por pasaba y un sudor se le iba y otro se le venía, mientras D. Carlos Garrote, charla que charla, no se contentaba con hablar de y de su conciencia, sino que se entraba en ciertos laberintos de teologías.

Palabra del Dia

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