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Hacia el asado, sin embargo, la conversación se extravió, y dejando los laberintos literarios, hicimos una excursión atrevida hasta las más altas cimas del arte, bajo la dirección de Kisseler. Después, como cediendo a la atracción del vacío, dimos un inmenso chapuzón en el obscuro abismo en que lucha la metafísica contra las religiones, que la desdeñan, y contra la ciencia que la desprecia.

Usted es muy dueño, señor mío... Pero ya lo haremos sin todos esos laberintos que pide esta chiquilla... Déjelo usted de mi cuenta, que yo me encargo de arreglarlo todo... Vamos a ver añadió dirigiéndose a su hija, este señor, seguramente, me ha de recompensar mandándome los dulces el día de la boda... Pero ¿qué vas a darme por ello? ¿Yo?

Porque el pobre don Celso estaba ya para poco, y en acabándose él... En fin, lo de costumbre... Por aquí se coló don Pedro Nolasco con un himno «cañoneado» a la madre Naturaleza, y un juicio comparativo sobre la paz de la aldea y los laberintos de la ciudad.

Miró don Quijote atentamente al mayordomo, y, habiéndole mirado, dijo a Sancho: -No hay para qué te lleve el diablo, Sancho, ni en justo ni en creyente, que no lo que quieres decir; que el rostro de la Dolorida es el del mayordomo, pero no por eso el mayordomo es la Dolorida; que, a serlo, implicaría contradición muy grande, y no es tiempo ahora de hacer estas averiguaciones, que sería entrarnos en intricados laberintos.

Cuando Zorraquín oyó el piafar de los caballos, no supo lo que por pasaba y un sudor se le iba y otro se le venía, mientras D. Carlos Garrote, charla que charla, no se contentaba con hablar de y de su conciencia, sino que se entraba en ciertos laberintos de teologías.

Enredos y dificultades; cuando mi duque de Osuna me escribió que viniese á la corte en busca vuestra, no sabía yo el trabajo que habíais de darme, ni verme metido en tales laberintos, como en los que por vos estoy, sin corazón y sin cabeza, sin cuerpo y sin alma. ¡Vos!

El Sultán corrió todos aquellos laberintos de verduras y malezas sin hallar más que algún pájaro que revolaba entre las ramas o alguna tímida liebre que se deslizaba entre la hierba. En tanto volvió en y se miró solo, pues sus cortesanos en vano le habían querido seguir en su rápida y pesquisidora excursión.

Un criado llevaba en un jaulón de carrizos un pájaro de amarillo de oro, para la pajarera del rey, que tenía muchas aves, y muchos peces de plata y carmín en peceras de mármol, escondidos en los laberintos de sus jardines.

Precisamente el trabajo de maquiavelismo más refinado del Arcediano consistía en mantener en la apariencia buenas relaciones con «el déspota», pasar como partidario suyo y minarle el terreno, prepararle una caída que ni la de don Rodrigo Calderón. Vastísimos eran los planes de Glocester, llenos de vueltas y revueltas, emboscadas y laberintos, trampas y petardos y hasta máquinas infernales.

Estos trabajos debieron practicarse primitivamente en las islas volcánicas, en el fondo de sus archipiélagos, en esos meandros sinuosos, esos apacibles laberintos donde las olas sólo penetran discretamente; tibias cunas para los recién nacidos. Mas, la flor escogida florece con plenitud en las profundas hondonadas de los golfos índicos.