Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de mayo de 2025


Le alentaba esto, pero al mismo tiempo miraba en ello cierta dolorosa humillación ¡Valor! Ayúdate que Dios te ayudará. Dejóme triste y abatido la conversación de Andrés. La generosidad de aquel servidor, fiel en todo tiempo a sus amos, me llenó de admiración.

Hablaba a tontas y a locas, con voz temblorosa y jadeante. ¡Bondad divina!... decía. Dios os guarde, señores; reconózcanme como un nuevo servidor. ¿Acaso está permitido ponerse de esta manera? ¡Esto es una mutilación, demasiado bien lo veo! Decididamente, ya es tarde para tratar de reconciliaros: el mal no tiene remedio, ya está hecho. ¡Ah, señores, señores! ¡la juventud jamás dejará de ser joven!

Andrés acudió en auxilio de mis tías; hizo por ellas y por cuanto pudo; pero el fiel servidor no tenía mucho: un tendejón insignificante, y paremos de contar. Mis tías conservaron siempre en su pobreza su amada dignidad. Se privaron de cuanto les pareció superfluo, y nada superfluo había en aquella casa, y hasta de lo más necesario.

Hasta le llegaron á decir que ya que no pagaba podía ahorrar sus visitas. La señora se olvidaría de la existencia de sus tierras. ¡Ah, no, doña Manuela! Pimentó era exacto cumplidor de sus deberes, y como arrendatario debía visitar á su ama en Navidad y en San Juan, para demostrarle que si no pagaba no por eso dejaba de ser su humilde servidor.

26 El que me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Al que me sirviere, mi Padre le honrará. 27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora; mas por esto he venido en esta hora. 28 Padre, clarifica tu Nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he clarificado, y lo clarificaré otra vez.

Y Gallardo desapareció tras la puertecilla, mientras el servidor, viéndose libre de su presencia, sonreía con malicia vengadora. Conocía este rápido escape al llegar el momento de vestirse. La «meada del miedo», según decían los del oficio.

Durante la guerra de la Independencia, el amo huía por miedo a las cóleras populares, dejando toda su fortuna confiada al compatriota, que era su servidor de confianza, y éste, en fuerza de dar gritos contra su país y vitorear a Fernando VII, conseguía que le respetasen y hacía prosperar los negocios de la bodega, que se acostumbraba a considerar como suya.

¿Qué le digo?... Porque aunque no le he hablado nunca, le hablaré, si usted me lo manda. ¿Dígole que no parezca más por aquí?... ¡Ay, qué mujer! Allá va como una exhalación. Está tocada, tan tocada como su marido... Todo por no enamorarse de un hombre digno, como por ejemplo... un servidor. ¡Ah! Segismundo, paciencia. Imita a los pescadores de caña; espera, espera, que al fin ella picará.

»Contando con la buena amistad de usted, me atrevo á anticiparle las gracias por lo que en obsequio de mi recomendado haga, que será, desde luego, uno de los buenos servicios entre los muchos que ya le debe su afectísimo amigo y seguro servidor Damián de la Fuente

Servidor y capellán... respondió gozoso el eclesiástico, tratando de echar pie a tierra, ardua operación en que le auxilió el abad . ¿Y usted... exclamó, encarándose con su interlocutor es el señor marqués? ¿Cómo queda el tío? ¿Usted... a caballo desde Cebre, eh? repuso éste evasivamente, mientras el capellán le miraba con interés rayano en viva curiosidad.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando